domingo, 1 de diciembre de 2013

Homeschooling (educación en el hogar)

Desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela
George Bernard Shaw

En posteos anteriores ([i]) hemos mencionado esta alternativa de educación en el hogar, lo que ha llevado a preguntas tales como ¿De qué estamos hablando exactamente? ¿Es posible? ¿Alguien lo hace? ¿Es conveniente? ¿Es legal? ¿Qué se necesita? ¿Cómo se hace?

1. ¿De qué estamos hablando?

Homeschooling o educación en el hogar es una alternativa de educación elegida por padres que prefieren hacerse cargo de forma integral de la instrucción de sus hijos, llevándola adelante en el hogar, en lugar de delegarla en una escuela pública o privada. Los niños y adolescentes que acceden a esta alternativa cumplen con su educación obligatoria, pero sin asistir a la escuela.

Como no existe una definición comúnmente aceptada, homeschooling es una palabra que suele utilizarse para abarcar en forma indistinta a diversas modalidades educativas, que incluyen: la educación a distancia provista y supervisada por entidades escolares autorizadas para ello; la educación domiciliaria impartida por docentes en el hogar en caso de accidentes o enfermedades; la educación en el hogar siguiendo los contenidos curriculares indicados para las escuelas pero aprendidos bajo guía de los padres y acreditando su conocimiento mediante evaluaciones externas (en Argentina, a través de exámenes libres); la educación en el hogar siguiendo los intereses de los niños, sin seguir contenidos curriculares ni acreditar saberes, también conocida como unschooling; y una alternativa intermedia que incluye escolarización para ciertos temas y educación en el hogar para otros, denominada flexischool.

Todas estas modalidades, sea que sigan o no los contenidos curriculares mínimos indicados por las autoridades, tienen como elemento común que los niños no requieren asistir a la escuela en días y horas fijos, por lo que el ritmo de sus estudios, el tiempo y profundidad dedicado a determinados temas, los métodos de enseñanza, los materiales a emplear, y otros elementos del proceso educativo, son decididos por los padres teniendo en cuenta la capacidad e intereses de cada hijo, personalizando su educación.

En general, los padres combinan los diversos métodos de enseñanza, eligiendo según el tema: la enseñanza estructurada (adulto enseña en base a un texto, niño aprende y ejercita), el enfoque práctico (p.e. biología a través de una huerta), el trabajo comunitario (p.e. lectura para ciegos), el aprendizaje en el lugar (p.e. historia y geografía con viajes a los lugares relevantes y visitas a museos), lectura de libros y redacción de ensayos, cursos por internet, etc.

 2. ¿De dónde viene la idea?

El homo sapiens camina en la Tierra hace más de 100.000 años. En todo este tiempo los niños han sido educados por sus mayores en sus hogares. Esta también ha sido la situación normal en los 5.000 años de historia escrita de la humanidad.

Las escuelas como las conocemos hoy son una consecuencia de la segunda revolución industrial ocurrida a finales del siglo XVIII. Así como las fábricas reunieron a los trabajadores bajo un mismo techo para aumentar su productividad, las escuelas reunieron a los niños bajo un mismo techo para uniformar y masificar su educación, con el objetivo inicial de formar los trabajadores necesarios para esa nueva organización económica. Para ello, la escuela ha replicado los elementos esenciales de una fábrica o línea de montaje (horarios fijos marcados con timbre, división de equipos y tareas, organización jerárquica y dirección vertical) y aplicado métodos educativos de las universidades medievales ([ii]), logrando masificar la educación elemental y casi erradicar el analfabetismo.

Pero esto ya no es suficiente. La ciencia actual ha avanzado tanto que un conocimiento elemental de algunas áreas ya no basta para convertirse en un adulto productivo, a la vez que no existe posibilidad que una persona pueda acceder a todos los campos del conocimiento ni siquiera dentro de su área. Es por ello que el desafío actual de la educación es enfocarse en la selección y personalización a partir de los intereses y habilidades de los niños. Hoy no esperamos que todos los niños y adolescentes escuchen las mismas 20 o 30 canciones. ¿Por qué esperamos que estudien las mismas materias con la misma habilidad o interés?

Por supuesto que la escuela puede intentar adaptarse a estos nuevos desafíos, pero no creo que deba considerarse como la única alternativa exclusiva y excluyente de otras alternativas educativas más personalizadas. ¿Y qué mejor ámbito para una educación más selectiva y personalizada que la provista 1 a 1 por un adulto que realmente ama al niño que educa y sepa que estará vinculado a él por el resto de su vida?

En este contexto, en la década de los ‘60s, en Estados Unidos comenzó a gestarse una reacción contra la educación masificada centrada en las escuelas, abogando por el regreso a la educación en el hogar. Si bien la reacción comenzó como un cuestionamiento a los programas de estudio (un sector relevante cuestionaba el abandono de la educación religiosa), ello derivó en estudios que concluyeron que los niños no están maduros para incorporarse a la escuela formal antes de los 8 ó 10 años, y que hacerlo antes de esa edad afecta negativamente su autoestima, optimismo, respeto por sus padres, confianza en sus pares, y finalmente sus logros en la vida adulta ([iii]).

3. ¿Alguien lo hace?

Actualmente, en Estados Unidos hay entre uno y dos millones de niños y adolescentes que se educan en el hogar, y la cantidad ha ido en aumento en la última década. Los números no son precisos porque no todos los Estados exigen a los padres que notifiquen que ejercerán el derecho de educar a sus hijos en casa ([iv]).

Gran Bretaña le sigue en cantidad, con aproximadamente 30.000 niños bajo esta modalidad. No hay datos certeros de otros países, pero sí normativa específica que admite la modalidad, como es el caso de Francia (desde 1882, con un régimen que facilita la obtención de títulos oficiales a través de convocatorias libres, en las que no se establece edad mínima para la obtención del título, siendo el propio candidato quien tiene que evaluar su capacidad para ello), Portugal (desde 1980), Italia (desde 1994, requiriendo a “Los padres que elijan esta opción han de demostrar capacidad económica y técnica para asumir la enseñanza de sus hijos y comunicarlo anualmente a la autoridad educativa correspondiente”), Rusia (desde 1992, donde incluso proveen los libros gratis) y tantos otros ([v]).

En Argentina se estima que el número de niños que reciben su educación obligatoria en el hogar supera los 1.000, aunque -por no existir un sistema de información centralizado- ello se deduce a partir de una sumatoria de alumnos enrolados en sistemas de educación a distancia más aquellos que solicitan mesas de examen libre.

El perfil de las familias que educan a sus hijos en casa ha variado con el tiempo. En sus inicios fueron comunidades religiosas en los Estados Unidos. Hoy se trata mayoritariamente de familias de clase media donde uno de los padres no trabaja o lo hace a tiempo parcial desde el hogar. Puede tratarse de familias que vivan en lugares remotos, temporariamente fuera del país, que estén sujetas a continuas mudanzas, cuyos niños sean atletas o artistas que requieren tiempo para esas actividades, cuyos hijos tienen necesidades especiales o han tenido problemas en las escuelas, o simplemente familias que consideran que pueden y están dispuestas a intentar hacer un mejor trabajo que las escuelas para educar a sus hijos.

4. ¿Es conveniente?

Muchos de los usuarios del sistema educativo (eduquen en el hogar o no) consideran que hoy las escuelas no están cumpliendo su cometido fundamental de educar. Algunos sospechan que ello ocurre porque están enfocadas en otros problemas sociales (desnutrición, socialización, inclusión, etc.) y descuidaron su función formadora. Otros apuntan a que el sistema educativo se aferró a una formula exitosa en el pasado, y que hoy se resiste al cambio por intereses creados a favor de un grupo (sindicato docente que se enfoca en los trabajos) que no contempla el interés de los usuarios (alumnos y padres) y las consecuencias a largo plazo para la sociedad.

Otros usuarios no se preocupan por las causas, sino que apuntan que la escuela actual obliga a estudiar temas que hoy no son de interés y mañana no son de utilidad para sus hijos. E incluso cuando estudien temas de su interés, sostienen que los niños se aburren porque están por arriba o debajo del nivel. Los padres tienen la sensación que los niños pierden el tiempo, que están sobre-exigidos y angustiados, con jornadas escolares de 6 a 8 horas (la jornada laboral de un adulto) a lo que se suman tiempos de viaje y para tareas para el hogar que bien hubieran podido hacer en clase, con lo que los niños no tienen tiempo ni energía para hacer otras actividades de su gusto.

Además de las cuestiones académicas, se presentan problemas de convivencia. A la violencia entre alumnos, se suman docentes que adoptan posturas autoritarias y se conducen arbitrariamente, otros transmiten sus frustraciones y agreden psicológicamente a los niños dañando gravemente su autoestima, y sólo unos pocos se ocupan realmente de la formación de los niños. Por su parte, los docentes no se sienten con herramientas suficientes para mantener la disciplina en el aula (las amonestaciones, suspensiones y expulsiones casi han desaparecido), y muchas veces utilizan la educación y evaluación como castigo (“se agregan 20 páginas más del libro para la prueba del viernes”, “saquen una hoja”, etc.). A ello se suman casos donde se intentan transferir problemas de conducta a los padres sugiriendo que los niños podrían tener trastorno de hiperactividad y deficiencia de atención, con el objetivo que les suministren medicamentos para sedarlos. Al decir irónico de algún padre: “Dios nos libre de sancionarlos, pero es aceptable drogarlos”.

En este contexto, no es extraño que los beneficios de la educación en casa sean cada vez más apreciados. Entre ellos se cuentan:

a)      Relación entre padres e hijos. Las horas que los niños asisten a la escuela son horas que pasan lejos de sus padres. No hay razón para reducir el tiempo que padres e hijos pasan juntos porque los niños hayan cumplido una cierta edad arbitrariamente establecida. Educar los hijos en el hogar otorga la oportunidad de mejorar la cantidad y calidad de tiempo que comparten con sus padres, generándoles una sensación de seguridad inigualable. Algunos padres dirán que esto retarda la maduración de los niños y les resta posibilidades futuras. Otros padres contestarán que, al contrario, esta seguridad en sus primeros años en el futuro es la fórmula para crear genios ([vi]).

b)      Contenidos de la enseñanza. Muchos padres cuestionan los contenidos que se enseñan las escuelas, sea por presencia de ciertos temas, o por la ausencia o parcialidad de otros. Educando en el hogar los padres tienen una mejor supervisión sobre el contenido de lo que aprenden, y pueden seleccionar los contenidos según los intereses de sus hijos, que así pueden ocuparse de actividades que les son mucho más interesantes (p.e. práctica de algún deporte, desarrollo de un arte, etc.)

c)       Calidad de la enseñanza. Aunque los padres estén de acuerdo con los contenidos programados, las escuelas no siempre completan su enseñanza durante el año, o les dan un perfil que resulta cuestionable para los padres. Cuando sus hijos estudian en casa pueden completar sus estudios a su ritmo, sin paros, demoras o interrupciones, y con muchas oportunidades para explorar intereses particulares en profundidad a través de estudio intensivo, cursos avanzados, viajes y actividades afines a los gustos de cada niño, sin estar limitados al espacio del aula. Asimismo, evitan pérdidas de tiempo en el traslado diario -que cada vez consume más tiempo en las grandes ciudades- así como pérdidas de clases por cuestiones de disciplina, días de paro, ausencias de docentes y otras circunstancias.

d)      Mejor uso del tiempo. Sea que tengan jornada simple o completa, los niños y adolescentes hoy pierden muchísimo tiempo en asistir a la escuela. Tiempos de traslado, ordenarse para iniciar cada clase, horas libres (docentes que faltan), compañeros que se aburren y molestan, interrupciones varias, programas de estudio que rara vez se dictan completos, preparación de actos especiales que importan a unos pocos, etc., son todas circunstancias que quitan tiempo a la enseñanza. Quienes estudian en el hogar logran cubrir los programas de estudio completos en mucho menor tiempo diario. Y esto lo ven incluso los niños escolarizados: el día que faltan y piden a sus compañeros lo hecho en clase, demoran sólo 1 ó 2 horas en cumplir lo que sus compañeros les llevó 8.

e)      Flexibilidad. La educación en el hogar permite viajes más frecuentes y por más tiempo; irse a la cama tarde; irse de vacaciones cuando todos los demás están en la escuela; visitar museos los días de semana; ir a conciertos, visitar lugares de trabajo, estudiar la naturaleza afuera, practicar deportes en clubes durante la semana. La familia puede organizarse como mejor le parezca, sin horarios prestablecidos ni fijos, y sin un timbre que marque ritmo de estudio.

f)       Necesidades y circunstancias especiales. Los padres son quienes están mejor situados para atender necesidades especiales o estilo de aprendizaje de sus hijos, dándoles atención personalizada uno a uno. Ninguna escuela puede mejorar esa atención. La educación en el hogar también permite atender circunstancias especiales, tales como las aquellas de quienes viven en áreas muy alejadas, viven temporariamente en el exterior, se mudan muy seguido (hijos de militares, misioneros, gerentes de multinacionales, ingenieros involucrados en grandes obras civiles), o requieren mucho tiempo para otras actividades (jóvenes atletas o actores).

g)      Seguridad. Actualmente existen muchas preocupaciones respecto a la seguridad de los niños y adolescentes en la escuela o camino a ella. A ello se suma el peligro de accidentes de tránsito durante el traslado, situaciones de violencia dentro de la escuela (bullying, ataque por patotas, presencia de armas blancas, ocasionales tiroteos), riesgo de robo al ingreso o salida (es usual el robo de zapatillas y celulares), exposición a la venta de drogas y otros riesgos similares que se eliminan cuando los hijos son educados en el hogar.

h)      Contacto con la realidad. La enseñanza en el hogar no significa quedarse en casa todo el día (distinto de la escuela, que sí se quedan en el aula todo el día). Al contrario, generalmente el tiempo dedicado al estudio tradicional es menor que el dedicado en las escuelas, debido a una mayor motivación y ausencia de interrupciones. La educación en el hogar permite mucho más tiempo para el aprendizaje en el mundo real, sea visitando museos o fábricas, realizando servicio comunitario, y presentando al niño oportunidades de socializar con un amplio rango de edades, cada una de las cuales tiene algo que enseñar. Pasar un tercio de su día con otros niños de su misma edad no parece ser la mejor manera de aprender a ser un adulto pleno y productivo.

Por supuesto que también hay voces críticas, que levantan diversos argumentos en contra de la educación en el hogar que vale la pena repasar:

a)      Socialización. Usualmente, uno de los primeros argumentos contra la educación en el hogar es que los niños pierden oportunidades de socializar con otros niños. Esto es incorrecto. Es verdad que no están todos los días con grandes grupos de niños de su misma edad, pero tienen familiares (hermanos o primos), hijos de los amigos de sus padres, otros niños educados en casa, niños de su barrio, niños de su parroquia, compañeros de deportes y de otras actividades, con quienes comparten diferentes momentos y actividades, juegan, compiten y aprenden a convivir y respetar las diferencias.

Pero pierden el roce con chicos de su edad, donde aprenden a defenderse y hacer respetar su lugar” insisten las voces críticas. En lo personal, no creo que la función de la escuela deba ser adaptar los niños a la selva, sino proveerlos de conocimiento para convertirse en adultos productivos y crear un mundo mejor. Hay otras maneras de aprender a defenderse (cualquiera que haya tenido hermanos o primos muy cercanos lo sabe), y la primera de ellas es el ejemplo y consejo de los padres. 

b)      Se educan en una burbuja. Al contrario. Los niños educados en el hogar no permanecen todo el tiempo dentro de su casa, sino que tienen mucho más contacto con el mundo que los niños escolarizados. La escuela es una pequeñísima parte de la realidad social.  Los niños educados en el hogar acompañan a los padres a hacer trámites, compras y reuniones, y participan en el negocio familiar si lo hubiera. Hacen muchos más viajes de campo, visitan más museos y lugares de interés, hacen deportes con más seriedad. Observan y aprenden que no es lo mismo tratar con amigos, vecinos, clientes, proveedores y autoridades, y que los códigos de socialización cambian según los ámbitos.

c)       Demasiada anarquía, los niños tienen que aprender a cumplir normas e instrucciones que no existen cuando son educados en el hogar. Esto es incorrecto. Toda familia tiene sus normas. Podrán ser distintas a las de otros ámbitos, pero los niños tienen que cumplirlas igual. Y aprenderán a comportarse en una diversidad de situaciones mucho mayor que los chicos escolarizados: reuniones con niños de varias edades, con adultos en distintas tareas y ámbitos. Puede ser que en algunos casos la educación en el hogar tenga una disciplina horaria más relajada, pero ganan en autodisciplina y motivación. Puede ser que no desarrollen demasiada tolerancia a la frustración proveniente de lidiar con situaciones arbitrarias (castigos grupales, pruebas sorpresa o mal corregidas, rotura de trabajos por compañeros, etc.) pero tendrán una infancia más feliz.

d)      Riesgo de baja calidad académica. Los padres no son docentes por lo que hay temas que no están calificados para enseñar. O bien pueden enseñar de modo sesgado, presentando un solo punto de vista, no cumpliendo con estándares adecuados respecto al alcance y calidad académica. Esto es verdad. Pero lo mismo ocurre en las escuelas a pesar de los docentes con título. Los padres pueden mitigar este riesgo con diversos recursos. Ningún padre podrá enseñar a sus hijos todos los contenidos de un secundario, pero los padres son dos, y mucho de lo que no sepa uno de ellos, puede cubrirlo el otro. Y si ninguno lo sabe, puede estudiar el tema antes o junto con su hijo. Y también pueden solicitar apoyo a tíos y abuelos, vecinos, otros padres que eduquen a sus hijos en casa, maestras particulares, cursos en línea, etc. Además, la calidad académica puede evaluarse en forma periódica, a través de exámenes tomados por diversos servicios educativos. Al final del día, la educación en el hogar sólo implica trasladar al hogar uno de los dos componentes del servicio educativo (la instrucción), mientras que el otro (la evaluación) todavía requiere de intervención estatal para la acreditación de los conocimientos adquiridos.

e)      Riesgo de segregación social. Al no tener contacto continuo con un grupo de pares de diferente origen racial o religioso, existe el riesgo de generar en los niños un excesivo individualismo o extremismo religioso o social, fomentando el desarrollo de sociedades paralelas que no cumplan con los estándares del resto de la ciudadanía. Esto puede ser así. Pero ésta es la misma crítica que se hace a las escuelas privadas de alto nivel, cuyos alumnos provienen de un mismo sector socioeconómico, viven en barrios cerrados y son trasladados puerta a puerta por sus padres. El antídoto contra la segregación no está en la escolarización dentro de un grupo de niños de la misma edad, sino en involucrar a los niños en labores comunitarias y voluntariado para ayudar a sus semejantes, que pueden realizar bajo la guía de su escuela (no muchas lo hacen), parroquia, padres participando en organizaciones de ayuda social, etc.

f)       Tiempo de los padres. La educación de los niños en el hogar es una tarea de tiempo completo, que no deja tiempo a los padres para ocuparse de desarrollar su carrera profesional y actividades personales. Esto es verdad, pero no tiene el mismo impacto en todas las familias. Algunos padres ven su desarrollo laboral y personal sin vínculo a la crianza de sus hijos, y para ellos es esencial contar con una buena escuela donde enviarlos. En otro extremo, están los padres que quieren compartir su tiempo con sus hijos, guiarlos en su descubrimiento del mundo, y que para ello están dispuestos a relegar su trabajo o tiempo personal y educar a sus hijos en el hogar sin enviarlos a la escuela. La visión de estas familias es que: “Si es lindo ver a los niños descubrir cosas ¿por qué dejar que la maestra se quede con toda la diversión?”

g)      Costo económico y de oportunidad. Hay quienes sostienen que educar en el hogar es un lujo. No es así. Educar en casa no es una cuestión de dinero o tiempo, sino de prioridades de padres e hijos. La educación en el hogar no requiere gastar grandes sumas de dinero; hay muchos recursos gratuitos o casi gratuitos, y perfectamente se puede gastar menos que una cuota de un colegio privado. Más que dinero, lo que se necesita es tiempo y dedicación de los padres. Por supuesto que durante el tiempo de educación en el hogar, al menos uno de los padres tendrá su vida casi completamente absorbida por los hijos y verá reducidas sus oportunidades laborales. Pero aquellas familias que implementaron esta alternativa parecen estar muy contentas con ello. Además no se trata de una decisión irreversible, ya que los niños pueden regresar a la escuela en cualquier momento.

h)      Educar en casa es ilegal y sus hijos no podrán ingresar en la universidad. Esto es incorrecto. Sobre la legalidad nos ocuparemos en el punto siguiente, pero podemos adelantar que en Argentina la educación en el hogar es perfectamente legal. Si bien no existe reglamentación específica, en los hechos el propio Estado la admite y ha creado una oferta (si bien aún escasa) para asistir y evaluar a quienes hubieran elegido esta alternativa, permitiéndoles obtener el diploma que acredite haber completado estudios primarios, secundarios, e incluso universitarios. En cuanto al ingreso a las universidades, en Argentina no suelen existir preferencias de ingreso a las universidades fundadas en haber cursado el secundario en un determinado colegio ([vii]). Cuando hay selección de ingreso, ella se realiza por examen y monto de la cuota.

Antes de pasar al punto de la legalidad, para concluir el análisis de la conveniencia es oportuno notar que las estadísticas recopiladas en Estados Unidos muestran que los resultados de la educación en el hogar son mejores que la educación en la escuela. Los niños educados en el hogar tienen en promedio mejores puntajes en los exámenes estandarizados (aunque esto es discutido, ya que estos exámenes son administrados en forma obligatoria a todos los alumnos de las escuelas pero sólo a los homeschoolers que voluntariamente se inscriben en ellos); aprenden a tomar decisiones razonadas con más madurez; tienen claro a qué dedicar su tiempo; cuentan con elevado grado de motivación por lo que hacen; obtienen mejores resultados académicos en la Universidad (mejores calificaciones y mayor porcentaje de graduación que los educados en escuela); y tienen una mayor participación en los asuntos de su comunidad que aquellos quienes fueron educados en las escuelas.

5. ¿Es legal?

La Ley 26.206 de Educación Nacional contempla diversas modalidades de educación fuera del ámbito escolar, tales como la educación domiciliaria (“…la modalidad destinada a garantizar el derecho a la educación de los alumnos que, por razones de salud, se ven imposibilitados de asistir con regularidad a una institución educativa en los niveles de la educación obligatoriapermitiendo… su reinserción en el sistema común, cuando ello sea posible”) y la educación a distancia (modalidad “…donde la relación docente-alumno se encuentra separada en el tiempo y/o en el espacio, durante todo o gran parte del proceso educativo…”), pero no se refiere expresamente la educación en el hogar. ¿Esto significa que la educación en el hogar no tiene respaldo jurídico? Veamos.

La Constitución Nacional consagra que “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos, conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio, a saber: … de enseñar y aprender” (artículo 14) y que “Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe” (artículo 19). A ello se suma la Declaración Universal de Derechos Humanos, que reconoce que “Toda persona tendrá derecho a la educaciónLa instrucción elemental será obligatoriaLos padres tendrán el derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos” (artículo 26). Por su parte, el Código Civil dispone que “Los hijos menores de edad están bajo la autoridad y cuidado de sus padres. Tienen estos la obligación y el derecho de criar a sus hijos, alimentarlos y educarlos conforme a su condición y fortuna…” (artículo 265), mientras que la ya citada Ley 26.206 aclara que “El Estado garantiza el ejercicio del derecho constitucional de enseñar y aprender…” reconociendo que “Los padres… tienen derecho a… ser reconocidos como agentes naturales y primarios de la educación…” (artículo 128).

¿Y qué relevancia tienen estas normas en relación con la educación en el hogar? Un principio esencial de la interpretación jurídica es que ella debe hacerse considerando la totalidad de las normas de manera que armonicen con el restante ordenamiento jurídico y con los principios de la Constitución Nacional. En caso de varias interpretaciones posibles (en el caso: la educación en el hogar permitida vs. prohibida), debe evitarse aquella interpretación que ponga en pugna las diversas normas, destruyendo las unas por las otras, y adoptarse aquella interpretación que las concilie y deje a todas con valor y efecto.

En este contexto, es importante distinguir entre la escolarización obligatoria (un medio) y la educación obligatoria (un fin). Si bien la Ley 26.206 suele confundir ambos términos, su texto es claro en cuanto a que la escolarización no es el único medio posible para lograr la educación obligatoria, ya que expresamente reconoce otras modalidades para ello, como son la educación domiciliaria y la educación a distancia. Por tanto, si la escolarización no es el único medio posible, permanece abierta la pregunta respecto a si la educación en el hogar es otro de los medios posibles, considerando que ninguna norma recepta expresamente esta alternativa.

Para responder este punto es necesario recordar la clasificación de los derechos constitucionales en operativos y programáticos, según puedan ser ejercidos en forma directa o requieran una acción del Estado para su ejercicio. El derecho a enseñar y aprender en el hogar es operativo, ya puede ser ejercido en forma inmediata por padres e hijos sin necesidad de ninguna ley que lo reconozca. Si la Ley Nacional de Educación no menciona la alternativa de educación en el hogar y brindada por los padres, ello no significa que esta modalidad esté prohibida, ya que –en materia de derechos individuales– la regla de clausura que elimina las llamadas “lagunas legales” es que aquello que no está prohibido, está permitido (artículo 19 de la Constitución Nacional).

La Ley Nacional de Educación no necesita ocuparse del derecho a educar en el hogar, por lo cual es irrelevante que nada diga al respecto. La existencia y finalidad de esta ley se explica porque la regla de clausura en materia de actividad estatal es exactamente la inversa: todo lo que no está permitido, está prohibido. El Estado no tiene competencia (de tratarse de un individuo hablaríamos de derecho) para realizar una determinada acción si previamente tal acción no fue autorizada por la Constitución, ley o reglamento. La finalidad de la Ley Nacional de Educación es otorgar al Poder Ejecutivo (una rama del Estado) la competencia para crear, reglamentar y operar el sistema de escuelas, por sí o a través de particulares que presten servicios educativos a terceros en ejercicio de su derecho a ejercer toda industria lícita. Mientras no exista una ley de este tipo, el Estado no estaría autorizado a establecer o autorizar escuelas, que son uno de los medios que pueden emplearse para garantizar el derecho de los niños a recibir su educación. Pero –y a riesgo de ser repetitivo– esta Ley Nacional de Educación no es necesaria para que los padres ejerzan su derecho a enseñar y los niños su derecho a aprender en el hogar. Estos son derechos operativos de los particulares, que no requieren autorización legal.

En definitiva, la interpretación que sostiene que la educación en el hogar está permitida equilibra armónicamente los derechos y obligaciones de los diversos actores, por lo que creo que debe prevalecer. A saber, la educación en el hogar:

·         Permite que niños y adolescentes ejerzan su derecho a aprender y cumplan con la educación obligatoria con todas las ventajas indicadas anteriormente;

·         Permite que los padres, que tienen obligación y derecho de educar a sus hijos, tengan la alternativa de realizarla ellos mismos en forma directa. La delegación en terceros (enviarlos a la escuela) es una muy buena alternativa, pero en ciertos casos no es la mejor;

·         No afecta el cumplimiento por parte del Estado de su obligación de garantizar que los niños reciban la educación obligatoria, ya que ello puede hacerlo de diversas maneras. Las escuelas públicas o privadas son sólo una de tales maneras, a las que también se suman alternativas que no requieren la asistencia de los niños y adolescentes al ámbito escolar, como son las modalidades de educación a distancia y domiciliaria. En el caso de la educación en el hogar, que traslada la instrucción de los niños al ámbito familiar, el Estado puede proveer esta garantía mediante un sistema de evaluación –por ejemplo– a través de exámenes libres tomados por escuelas públicas o privadas. 

Por supuesto, la educación en el hogar no puede convertirse en una excusa para el abandono educativo de los niños por parte de sus padres. Sin embargo, es importante destacar que situación de abandono no puede presumirse a partir de la mera falta de escolarización, ya que ésta no es la única modalidad en que puede cumplirse con la educación obligatoria. Por el contrario, la eventual situación de abandono debe ser objeto de investigación y prueba. Es por eso que, para cualquier familia que decida desescolarizar a sus hijos y educarlos en el hogar, será conveniente documentar que la familia comunicó la decisión a las autoridades (por ejemplo, mediante intercambio de cartas con la escuela). También será conveniente documentar las diversas tareas realizadas por sus hijos (trabajos prácticos, reportes y ensayos, hojas de ejercitación, fotografías de viajes y proyectos especiales, videos y presentaciones subidos a internet, etc.) que permitan acreditar la existencia de un proceso educativo, a lo que se suma –tal vez con especial relevancia– la constancia anual de haber pedido o rendido exámenes libres correspondientes a su nivel etario. En tanto los niños rindan y aprueben los exámenes anuales, ninguna duda cabrá que los padres cumplieron con su obligación de proveer -y el Estado cumplió con su deber de garantizar- la educación obligatoria a que tienen derecho los hijos.

Llegado el caso que la elección de desescolarización deba discutirse con las autoridades, vale también recordar que la Ley 26.061 de Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes reitera su “derecho a la educación” (artículo 15) a la par que reconoce su “…derecho a opinar y ser oído… en todos los ámbitos en que se desenvuelvan… entre ellos, el ámbito... escolar…” (artículo 24) garantizando “…que su opinión sea tomada primordialmente en cuenta al momento de arribar a una decisión que lo afecte…” (artículo 27), por lo que resulta de suma relevancia documentar el deseo y decisión de los niños y adolescentes de ser educados en su hogar. Que el Estado tenga obligación de garantizar la educación obligatoria no significa que tenga competencia para imponerla bajo un sistema único y excluyente.

En este punto, resulta interesante referir algunos precedentes judiciales sobre la materia. Así, el Tribunal Supremo de España (sentencia 1669, del 30.Oct.2004) sostuvo que “El derecho fundamental a la educación compromete a los poderes públicos en la tarea de colaborar y ayudar a su efectiva realización, pero no se interfiere necesariamente en el derecho de los padres a que sus hijos reciban formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, sin que las vías establecidas por el Estado sean exclusivas o excluyentes, de manera que no cabe descartar los modelos educativos basados en la enseñanza en el propio domicilio siempre que se satisfaga con ella la necesaria formación de los menores.”

Otro caso ocurrió en nuestro país (V.M.C. y otro s/ medida de protección de persona, Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Neuquén, sala II, 03.Oct.2008). Este caso se discutió en el marco del decreto 572/62 del Poder Ejecutivo de la Provincia de Neuquén, que estableció que “La enseñanza podrá ser impartida en las escuelas públicas, privadas o en el hogar, de acuerdo a la elección de los padres. / En este último caso, los responsables probarán el hecho ante las autoridades escolares respectivas y el Consejo Provincial de Educación determinará los medios de control de esta enseñanza y fijará el sistema para su reconocimiento y certificación…” (artículo 26). Atento que el referido Consejo nunca instrumentó los medios de control, en la práctica muy pocas familias recurrieron a esta alternativa. Detectado en el año 2008 un caso donde los padres educaban a sus hijas en casa, la Defensora de los Derechos del Niño solicito judicialmente medidas para “persuadir” a los padres para que escolaricen a sus hijas. En este contexto, el Juzgado de Primera Instancia rechaza el pedido de la Defensora y la Cámara de Apelaciones confirma ese pronunciamiento, sosteniendo que la normativa provincial contempla la educación en el hogar, que no se observa que los padres estén incumpliendo con su deber o que las niñas estén en situación de peligro o riesgo respecto a su educación, y que decidir “… lo contrario importaría invadir esferas privadas garantizadas constitucionalmente…”

Vale por último notar que –a pesar de la clara legalidad de la alternativa– sería deseable una reglamentación específica de alcance nacional que reconozca el derecho a la educación en el hogar; no porque ello sea necesario desde el punto de vista jurídico, sino por razones de conveniencia, ya que trasmitirá tranquilidad a familias que tienen dudas al respecto, disminuirá la fricción entre escuela y familia al momento de tomar la decisión de desescolarizar, permitirá la creación de un registro de familias que hubieran optado por la alternativa para su mejor seguimiento y apoyo, permitirá un mejor desarrollo de materiales para esta modalidad, facilitará la obtención de mesas de exámenes libres (que no siempre son establecidas a pesar del pedido de los padres), asegurará la continuidad de la modalidad, facilitará la confección de estudios y estadísticas que permitan idear y sugerir mejoras al sistema, etc.

6. ¿Cómo lo hacen?

Vimos hasta aquí que la educación en el hogar es legal y puede ser conveniente para algunas familias. La pregunta que sigue es ¿cómo podemos saber si esta alternativa es para nosotros?

El primer paso es informarse y conocer las alternativas disponibles. Al respecto, cabe señalar que oferta actual es reducida y dispersa. Hoy se puede:

(a)    Educar en el hogar dentro de la modalidad de educación a distancia. Para esto puede recurrirse al Sistema de Educación a Distancia (SEAD,) del Ministerio de Educación, dirigido a hijos de argentinos que residen transitoriamente en el exterior, o al Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (SEADEA), que tiene un criterio de admisión más abierto.

(b)   Educar en el hogar siguiendo los contenidos del nivel correspondiente a la edad de los niños y acreditar los conocimientos adquiridos mediante exámenes libres anuales ([viii]). El trámite para solicitar exámenes libres varía en cada jurisdicción. La jurisdicción más amigable a esta práctica parece ser la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ([ix]). Es relevante señalar que en algunas jurisdicciones puede ser complejo obtener la constitución de mesas de examen. En caso de demoras suele ser importante hacer notar que la eventual negativa a tomar tales exámenes libres implicaría una violación por parte del Estado al derecho de los niños y adolescentes a “…ser evaluados en su desempeño y logros…” (artículo 126, inciso e, de la Ley 26.206) así como a “…acceder a la certificación o diploma correspondiente…” (artículo 15, Ley 26.061 de Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes).

(c)    Educar en el hogar con contenidos diseñados por los padres, acreditando los conocimientos adquiridos ante diversas instituciones educativas del exterior enroladas en la modalidad de homeschooling o unschooling. Existe variedad de ofertas en Estados Unidos, una de ellas es la West River Academy (http://westriveracademy.com/)
 
Al momento de considerar seriamente la decisión de desescolarizar, es usual que padres e hijos tengan dudas sobre si ésta es la mejor alternativa. Los padres se preguntan si podrán cumplir con la tarea de enseñar y los hijos se preguntan si con esta alternativa podrían perder los amigos que hayan podido hacer en la escuela. Por supuesto que, como en toda actividad, el secreto para el éxito es “preparación, preparación y preparación”. En esta línea, conviene que los niños comiencen tiempo antes alguna actividad extraescolar donde puedan compartir tiempo con niños de su edad (la participación en algún deporte en un club es una muy buena idea), así como preparar una “semana de prueba” donde padres e hijos puedan experimentar la dinámica de la educación en el hogar.

Tomada la decisión, habrá que implementar la salida de los niños o adolescentes de la institución escolar, y eso requerirá varias explicaciones. En la mente de las autoridades escolares, el niño o adolescente que no asiste a la escuela es un desertor, y su función es evitar que ello ocurra. Por ende, donde uno podría suponer que ello se podría implementar en una reunión donde los padres informen a las autoridades de la escuela sobre su decisión y razones, en realidad se encontrará en un largo proceso que incluirá varias reuniones, cartas, cartas documento, y tal vez alguna visita de una asistente social al hogar. Dependiendo de las personas que uno tenga del otro lado, también podrá haber alguna velada amenaza de denuncia o proceso judicial. Pero uno no debe desesperar, padres e hijos tienen derecho a la educación en el hogar, y en ocasiones hay que defender ese y otros derechos. Lo importante es explicar a la escuela por qué se los retira del sistema y por qué padres e hijos tienen derecho a esta modalidad (no omitir una nota por duplicado, conservando copia para futuro respaldo) y la evidencia que los niños están siendo educados (hojas de ejercitación, trabajos prácticos, solicitudes y resultados de exámenes libres, etc.). Para mayores datos y algunos ejemplos de la vida real, sugiero consultar el libro sobre Aspectos Legales de la Educación en el Hogar en Argentina.

Una vez fuera de la escuela, para llevar adelante la educación en casa los padres no necesitan tener título docente, pero sí definir claramente quién será responsable de qué tarea (en la educación a distancia se solicitará la designación de un tutor, rol que habitualmente toma la madre) y dedicarle tiempo y disciplina a la tarea (antes que dinero o conocimiento), para lo cual suele ser conveniente –al menos al principio– intentar cumplir un horario fijo diario, que irá siendo modificado hasta encontrar aquél que mejor se adecue a la dinámica familiar.

También será importante armar un plan de trabajo, incluyendo qué temas ver cada día, semana y mes, qué recursos se utilizarán para ello, qué salidas se harán y cuándo, y demás elementos que consideremos importantes para poder completar la tarea que nos hayamos propuesto. Como todo plan, éste será una mera guía que no sobrevivirá al contacto con la realidad y requerirá cambios y adaptaciones. Entre los recursos a considerar habrá que contemplar temas que serán enseñados directamente por los padres, maestra particular para ciertos temas, clases “enlatadas” para otros (Khan Academy, Educ.ar, Canal Encuentro, colecciones de DVD educativos, acceso on line, etc.), cursos especiales (p.e. jardinería, mecánica, computación, idiomas, música, dibujo), obtener un libro específico y trabajar sobre él, co-desarrollo con otras familias homeschooler (p.e. una familia enseña ciencias y la otra matemática), reuniones en nuestro hogar u otros hogares con otros niños homeschooler, visitas a museos a mitad de semana, etc.

No puede dejarse de lado la conveniencia de recurrir a un grupo de apoyo (p.e. FALEIH) cuya función es alentar y apoyar a sus miembros; difundir e intercambiar información para el éxito de la educación en casa; generar oportunidades de interacción social con otros chicos, tomar lecciones juntos o ir juntos a viajes de campo; patrocinar reuniones periódicas; sugerir y coordinar salidas didácticas; promover actividades extracurriculares y eventos tales como feria de ciencias, competencias matemáticas, festivales de arte, noche de talentos, clases de danza, arte o música, ceremonias de premiación; crear contactos entre padres para compartir experiencias y materiales; etc. Como cualquier otra tarea, la educación en el hogar demanda un gran compromiso que será más fácil cumplir si se cuenta con el apoyo adecuado.

Por último, debe tenerse presente que la elección de la educación en el hogar no es una decisión irreversible. Los niños o adolescentes que hayan seguido este camino pueden reintegrarse al sistema escolar común cuando lo deseen, por lo que no estaría de más incluir en el plan de trabajo familiar tener una reunión anual para reevaluar la decisión.

7. Conclusión.

La educación en el hogar es una alternativa posible a la escolarización, que en algunos casos puede dar mejores oportunidades para desarrollar el máximo potencial del niño. Para algunas familias será excelente y podrán hacer un trabajo mejor que las escuelas para educar a sus hijos. Otras familias continuarán prefiriendo la escolarización. Cada uno de nosotros sabrá cuál es la alternativa conveniente para su propia familia en función de los recursos, preferencias y prioridades personales.

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[i] - Inteligencias múltiples, Bullying, Rol de los padres ante la escuela, Problemas con docentes.
[ii] - “’Si Galileo regresara a la Tierra y lo llevasen a un quirófano no sabría dónde está… Pero si lo llevasen a una universidad, sí que lo sabría, porque vería mesas, pizarras y tizas’. El ejemplo no podría ser más adecuado para ilustrar la antigüedad de nuestros sistemas educativos…” (Jorge Mosqueira, La educación a las puertas de un gran cambio, con cita de Josep Planell, rector de la Universidad Abierta de Cataluña, La Nación, 27.10.2013)
[iii] - Better late than early, Raymond & Dorothy Moore, 1975. Ver también www.moorefoundation.com
[iv] - Todos los Estados permiten la educación en el hogar con distintos grados de supervisión. La Home School Legal Defense Association (www.hslda.org) ha clasificado las leyes de los diferentes Estados en cuatro niveles (i) Estados que no requieren notificación de la elección (p.e. Texas), (ii) Estados que sólo requieren notificación (p.e. California), (iii) Estados que tienen una regulación moderada, exigiendo notificación y evaluación de progreso (p.e. Florida), y (iv) Estados que tienen alta regulación, exigiendo notificación, evaluación de progreso y otros requisitos tales como currículum aprobado por el Estado o visitas al hogar por funcionarios públicos (p.e. New York).
[v] - Consultar por un listado de países y normas en www.hdlsa.org o en www.educacionlibre.org.
[vi] - Un estudio de la Smithsonian Institution sobre las condiciones en que varias personas actualmente reconocidas como genios transcurrieron su infancia concluyó que ellos tuvieron: “1) mucho tiempo junto con a sus padres cálidos y otros adultos que se ocuparon de ellos, 2) muy poco tiempo junto con niños de la misma edad, y 3) una buena cantidad de tiempo dedicada a la libre exploración de sus intereses bajo guía paterna.” (Harold McGurdy; The childhood pattern of genius. Horizon 1960, número 2, páginas 33-38).
[vii] - Incluso, en una conversación mantenida en un entorno social, un funcionario encargado de la selección de ingreso en una prestigiosa universidad privada, nos comentó que la universidad tenía preferencia por aspirantes que provengan de colegios secundarios no demasiado exigentes, ya que los alumnos de las escuelas de primer nivel vienen “quemados” o muy indisciplinados, y tienen un gran porcentaje de abandono en segundo o tercer año de la carrera elegida. Este abandono es muy inconveniente para las universidades privadas, ya que no pueden cubrir la vacante producida en esos años y pierden definitivamente la posibilidad de cobrar la cuota por esa vacante.
[viii] - Los contenidos señalados por el Ministerio de Educación de la Nación se denominan “núcleos de aprendizajes prioritarios” (NAP) y pueden consultarse para el nivel primario en http://portal.educacion.gov.ar/primaria/contenidos-curriculares-comunes-nap/ y para el nivel secundario en http://portal.educacion.gov.ar/secundaria/contenidos-curriculares-comunes-nap/ Si bien cada jurisdicción puede modificar los contenidos para adaptarlos a las realidades provinciales, la mayoría de los manuales escolares sigue los lineamientos nacionales y son una excelente base para preparar los exámenes libres en el hogar.
[ix] - Esta jurisdicción establece mesas de exámenes libres en Noviembre de cada año. Puede consultarse la Resolución 4776/2006, artículos 53 a 55, y solicitar la mesa de examen en la Dirección General de Educación Primaria, Esmeralda 55, piso 6, Te.4339-1810, o en la Dirección General de Educación Media, Esmeralda 55, piso 5, Te.4339-1845. Debe tenerse presente que, junto con la inscripción a los exámenes, la ciudad entrega el temario a ser objeto de evaluación, por lo que conviene solicitar la inscripción con el mayor tiempo posible.

1 comentario:

  1. Qué excelente análisis Federico, me alegra enormemente que se hagan eco de informar sobre esta modalidad puesto que es esencial que las familias tengan en cuenta que la escuela no es la única opción. De hecho a mí me pasó así, sabía que existía el homeschooling pero por ignorancia pensé que solo era cuestión de la suerte de otros países y no podía darse en Argentina.
    Agradezco también que nombres el grupo y el libro que sacamos este año viendo que muchas familias estaban un poco en la oscuridad del tema ya que no es fácil encontrar todo expuesto en la web.
    Insisto en agradecer el puntilloso análisis y si me permiten, me lo llevo para compartir.
    Un abrazo enorme.

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