“Desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela”
George Bernard Shaw
En posteos anteriores ([i])
hemos mencionado esta alternativa de educación en el hogar, lo que ha llevado a
preguntas tales como ¿De qué estamos hablando exactamente? ¿Es posible? ¿Alguien
lo hace? ¿Es conveniente? ¿Es legal? ¿Qué se necesita? ¿Cómo se hace?
1.
¿De qué estamos hablando?
Homeschooling o educación en el hogar es
una alternativa de educación elegida por padres que prefieren hacerse cargo de
forma integral de la instrucción de sus hijos, llevándola adelante en el hogar,
en lugar de delegarla en una escuela pública o privada. Los niños y
adolescentes que acceden a esta alternativa cumplen con su educación obligatoria, pero sin asistir a la escuela.
Como no existe una definición comúnmente
aceptada, homeschooling es una
palabra que suele utilizarse para
abarcar en forma indistinta a diversas modalidades educativas, que incluyen: la
educación a distancia provista y
supervisada por entidades escolares autorizadas para ello; la educación domiciliaria impartida por
docentes en el hogar en caso de accidentes o enfermedades; la educación en el hogar siguiendo los
contenidos curriculares indicados para las escuelas pero aprendidos bajo guía
de los padres y acreditando su conocimiento mediante evaluaciones externas (en
Argentina, a través de exámenes libres); la educación en el hogar siguiendo los
intereses de los niños, sin seguir contenidos curriculares ni acreditar
saberes, también conocida como unschooling;
y una alternativa intermedia que incluye escolarización para ciertos temas y
educación en el hogar para otros, denominada flexischool.
Todas estas modalidades, sea que sigan o no
los contenidos curriculares mínimos indicados por las autoridades, tienen como
elemento común que los niños no requieren asistir a la escuela en días y horas
fijos, por lo que el ritmo de sus estudios, el tiempo y profundidad dedicado a
determinados temas, los métodos de enseñanza, los materiales a emplear, y otros
elementos del proceso educativo, son decididos por los padres teniendo en
cuenta la capacidad e intereses de cada hijo, personalizando su educación.
En general, los padres combinan los
diversos métodos de enseñanza, eligiendo según el tema: la enseñanza
estructurada (adulto enseña en base a un texto, niño aprende y ejercita), el
enfoque práctico (p.e. biología a través de una huerta), el trabajo comunitario
(p.e. lectura para ciegos), el aprendizaje en el lugar (p.e. historia y
geografía con viajes a los lugares relevantes y visitas a museos), lectura de
libros y redacción de ensayos, cursos por internet, etc.
El homo sapiens camina en la Tierra hace
más de 100.000 años. En todo este tiempo los niños han sido educados por sus
mayores en sus hogares. Esta también ha sido la situación normal en los 5.000
años de historia escrita de la humanidad.
Las escuelas como las conocemos hoy son una
consecuencia de la segunda revolución industrial ocurrida a finales del siglo XVIII.
Así como las fábricas reunieron a los trabajadores bajo un mismo techo para
aumentar su productividad, las escuelas reunieron a los niños bajo un mismo
techo para uniformar y masificar su educación, con el objetivo inicial de
formar los trabajadores necesarios para esa nueva organización económica. Para
ello, la escuela ha replicado los elementos esenciales de una fábrica o línea
de montaje (horarios fijos marcados con timbre, división de equipos y tareas,
organización jerárquica y dirección vertical) y aplicado métodos educativos de
las universidades medievales ([ii]),
logrando masificar la educación elemental y casi erradicar el analfabetismo.
Pero esto ya no es suficiente. La ciencia
actual ha avanzado tanto que un conocimiento elemental de algunas áreas ya no basta
para convertirse en un adulto productivo, a la vez que no existe posibilidad
que una persona pueda acceder a todos los campos del conocimiento ni siquiera
dentro de su área. Es por ello que el desafío actual de la educación es
enfocarse en la selección y personalización a partir de los intereses y
habilidades de los niños. Hoy no esperamos que todos los niños y adolescentes
escuchen las mismas 20 o 30 canciones. ¿Por qué esperamos que estudien las
mismas materias con la misma habilidad o interés?
Por supuesto que la escuela puede intentar
adaptarse a estos nuevos desafíos, pero no creo que deba considerarse como la
única alternativa exclusiva y excluyente de otras alternativas educativas más
personalizadas. ¿Y qué mejor ámbito para una educación más selectiva y
personalizada que la provista 1 a 1 por un adulto que realmente ama al niño que
educa y sepa que estará vinculado a él por el resto de su vida?
En este contexto, en la década de los ‘60s,
en Estados Unidos comenzó a gestarse una reacción contra la educación
masificada centrada en las escuelas, abogando por el regreso a la educación en
el hogar. Si bien la reacción comenzó como un cuestionamiento a los programas
de estudio (un sector relevante cuestionaba el abandono de la educación
religiosa), ello derivó en estudios que concluyeron que los niños no están
maduros para incorporarse a la escuela formal antes de los 8 ó 10 años, y que
hacerlo antes de esa edad afecta negativamente su autoestima, optimismo,
respeto por sus padres, confianza en sus pares, y finalmente sus logros en la
vida adulta ([iii]).
3.
¿Alguien lo hace?
Actualmente, en Estados Unidos hay entre
uno y dos millones de niños y adolescentes que se educan en el hogar, y la cantidad
ha ido en aumento en la última década. Los números no son precisos porque no
todos los Estados exigen a los padres que notifiquen que ejercerán el derecho
de educar a sus hijos en casa ([iv]).
Gran Bretaña le sigue en cantidad, con
aproximadamente 30.000 niños bajo esta modalidad. No hay datos certeros de
otros países, pero sí normativa específica que admite la modalidad, como es el
caso de Francia (desde 1882, con un régimen que facilita la obtención de
títulos oficiales a través de convocatorias libres, en las que no se establece
edad mínima para la obtención del título, siendo el propio candidato quien
tiene que evaluar su capacidad para ello), Portugal (desde 1980), Italia (desde
1994, requiriendo a “Los padres que elijan
esta opción han de demostrar capacidad económica y técnica para asumir la
enseñanza de sus hijos y comunicarlo anualmente a la autoridad educativa
correspondiente”), Rusia (desde 1992, donde incluso proveen los libros
gratis) y tantos otros ([v]).
En Argentina se estima que el número de
niños que reciben su educación obligatoria en el hogar supera los 1.000, aunque
-por no existir un sistema de información centralizado- ello se deduce a partir
de una sumatoria de alumnos enrolados en sistemas de educación a distancia más
aquellos que solicitan mesas de examen libre.
El perfil de las familias que educan a sus
hijos en casa ha variado con el tiempo. En sus inicios fueron comunidades
religiosas en los Estados Unidos. Hoy se trata mayoritariamente de familias de
clase media donde uno de los padres no trabaja o lo hace a tiempo parcial desde
el hogar. Puede tratarse de familias que vivan en lugares remotos,
temporariamente fuera del país, que estén sujetas a continuas mudanzas, cuyos
niños sean atletas o artistas que requieren tiempo para esas actividades, cuyos
hijos tienen necesidades especiales o han tenido problemas en las escuelas, o
simplemente familias que consideran que pueden y están dispuestas a intentar
hacer un mejor trabajo que las escuelas para educar a sus hijos.
4.
¿Es conveniente?
Muchos de los usuarios del sistema
educativo (eduquen en el hogar o no) consideran que hoy las escuelas no están
cumpliendo su cometido fundamental de educar. Algunos sospechan que ello ocurre
porque están enfocadas en otros problemas sociales (desnutrición,
socialización, inclusión, etc.) y descuidaron su función formadora. Otros apuntan
a que el sistema educativo se aferró a una formula exitosa en el pasado, y que
hoy se resiste al cambio por intereses creados a favor de un grupo (sindicato
docente que se enfoca en los trabajos) que no contempla el interés de los
usuarios (alumnos y padres) y las consecuencias a largo plazo para la sociedad.
Otros usuarios no se preocupan por las causas,
sino que apuntan que la escuela actual obliga a estudiar temas que hoy no son
de interés y mañana no son de utilidad para sus hijos. E incluso cuando
estudien temas de su interés, sostienen que los niños se aburren porque están
por arriba o debajo del nivel. Los padres tienen la sensación que los niños pierden
el tiempo, que están sobre-exigidos y angustiados, con jornadas escolares de 6
a 8 horas (la jornada laboral de un adulto) a lo que se suman tiempos de viaje
y para tareas para el hogar que bien hubieran podido hacer en clase, con lo que
los niños no tienen tiempo ni energía para hacer otras actividades de su gusto.
Además de las cuestiones académicas, se
presentan problemas de convivencia. A la violencia entre alumnos, se suman
docentes que adoptan posturas autoritarias y se conducen arbitrariamente, otros
transmiten sus frustraciones y agreden psicológicamente a los niños dañando
gravemente su autoestima, y sólo unos pocos se ocupan realmente de la formación
de los niños. Por su parte, los docentes no se sienten con herramientas
suficientes para mantener la disciplina en el aula (las amonestaciones,
suspensiones y expulsiones casi han desaparecido), y muchas veces utilizan la educación
y evaluación como castigo (“se agregan 20
páginas más del libro para la prueba del viernes”, “saquen una hoja”, etc.). A ello se suman casos donde se intentan transferir
problemas de conducta a los padres sugiriendo que los niños podrían tener trastorno
de hiperactividad y deficiencia de atención, con el objetivo que les
suministren medicamentos para sedarlos. Al decir irónico de algún padre: “Dios nos libre de sancionarlos, pero es
aceptable drogarlos”.
En este contexto, no es extraño que los beneficios de la educación en casa sean
cada vez más apreciados. Entre ellos se cuentan:
a)
Relación entre padres e hijos. Las horas
que los niños asisten a la escuela son horas que pasan lejos de sus padres. No
hay razón para reducir el tiempo que padres e hijos pasan juntos porque los
niños hayan cumplido una cierta edad arbitrariamente establecida. Educar los
hijos en el hogar otorga la oportunidad de mejorar la cantidad y calidad de
tiempo que comparten con sus padres, generándoles una sensación de seguridad
inigualable. Algunos padres dirán que esto retarda la maduración de los niños y
les resta posibilidades futuras. Otros padres contestarán que, al contrario,
esta seguridad en sus primeros años en el futuro es la fórmula para crear
genios ([vi]).
b)
Contenidos de la enseñanza. Muchos
padres cuestionan los contenidos que se enseñan las escuelas, sea por presencia
de ciertos temas, o por la ausencia o parcialidad de otros. Educando en el
hogar los padres tienen una mejor supervisión sobre el contenido de lo que
aprenden, y pueden seleccionar los contenidos según los intereses de sus hijos,
que así pueden ocuparse de actividades que les son mucho más interesantes (p.e.
práctica de algún deporte, desarrollo de un arte, etc.)
c)
Calidad de la enseñanza. Aunque los
padres estén de acuerdo con los contenidos programados, las escuelas no siempre
completan su enseñanza durante el año, o les dan un perfil que resulta
cuestionable para los padres. Cuando sus hijos estudian en casa pueden
completar sus estudios a su ritmo, sin paros, demoras o interrupciones, y con
muchas oportunidades para explorar intereses particulares en profundidad a
través de estudio intensivo, cursos avanzados, viajes y actividades afines a
los gustos de cada niño, sin estar limitados al espacio del aula. Asimismo,
evitan pérdidas de tiempo en el traslado diario -que cada vez consume más
tiempo en las grandes ciudades- así como pérdidas de clases por cuestiones de
disciplina, días de paro, ausencias de docentes y otras circunstancias.
d)
Mejor uso del tiempo. Sea que tengan
jornada simple o completa, los niños y adolescentes hoy pierden muchísimo
tiempo en asistir a la escuela. Tiempos de traslado, ordenarse para iniciar
cada clase, horas libres (docentes que faltan), compañeros que se aburren y
molestan, interrupciones varias, programas de estudio que rara vez se dictan
completos, preparación de actos especiales que importan a unos pocos, etc., son
todas circunstancias que quitan tiempo a la enseñanza. Quienes estudian en el
hogar logran cubrir los programas de estudio completos en mucho menor tiempo
diario. Y esto lo ven incluso los niños escolarizados: el día que faltan y
piden a sus compañeros lo hecho en clase, demoran sólo 1 ó 2 horas en cumplir
lo que sus compañeros les llevó 8.
e)
Flexibilidad. La educación en el hogar
permite viajes más frecuentes y por más tiempo; irse a la cama tarde; irse de
vacaciones cuando todos los demás están en la escuela; visitar museos los días
de semana; ir a conciertos, visitar lugares de trabajo, estudiar la naturaleza afuera,
practicar deportes en clubes durante la semana. La familia puede organizarse
como mejor le parezca, sin horarios prestablecidos ni fijos, y sin un timbre que
marque ritmo de estudio.
f)
Necesidades y circunstancias especiales.
Los padres son quienes están mejor situados para atender necesidades especiales
o estilo de aprendizaje de sus hijos, dándoles atención personalizada uno a uno.
Ninguna escuela puede mejorar esa atención. La educación en el hogar también
permite atender circunstancias especiales, tales como las aquellas de quienes viven
en áreas muy alejadas, viven temporariamente en el exterior, se mudan muy
seguido (hijos de militares, misioneros, gerentes de multinacionales,
ingenieros involucrados en grandes obras civiles), o requieren mucho tiempo
para otras actividades (jóvenes atletas o actores).
g)
Seguridad. Actualmente existen muchas
preocupaciones respecto a la seguridad de los niños y adolescentes en la
escuela o camino a ella. A ello se suma el peligro de accidentes de tránsito
durante el traslado, situaciones de violencia dentro de la escuela (bullying,
ataque por patotas, presencia de armas blancas, ocasionales tiroteos), riesgo
de robo al ingreso o salida (es usual el robo de zapatillas y celulares),
exposición a la venta de drogas y otros riesgos similares que se eliminan
cuando los hijos son educados en el hogar.
h)
Contacto con la realidad. La enseñanza
en el hogar no significa quedarse en casa todo el día (distinto de la escuela,
que sí se quedan en el aula todo el día). Al contrario, generalmente el tiempo
dedicado al estudio tradicional es menor que el dedicado en las escuelas,
debido a una mayor motivación y ausencia de interrupciones. La educación en el
hogar permite mucho más tiempo para el aprendizaje en el mundo real, sea
visitando museos o fábricas, realizando servicio comunitario, y presentando al
niño oportunidades de socializar con un amplio rango de edades, cada una de las
cuales tiene algo que enseñar. Pasar un tercio de su día con otros niños de su
misma edad no parece ser la mejor manera de aprender a ser un adulto pleno y
productivo.
Por supuesto que también hay voces críticas, que levantan diversos
argumentos en contra de la educación en el hogar que vale la pena repasar:
a)
Socialización. Usualmente, uno de los
primeros argumentos contra la educación en el hogar es que los niños pierden
oportunidades de socializar con otros niños. Esto es incorrecto. Es verdad que
no están todos los días con grandes grupos de niños de su misma edad, pero
tienen familiares (hermanos o primos), hijos de los amigos de sus padres, otros
niños educados en casa, niños de su barrio, niños de su parroquia, compañeros
de deportes y de otras actividades, con quienes comparten diferentes momentos y
actividades, juegan, compiten y aprenden a convivir y respetar las diferencias.
“Pero pierden el roce con chicos de su edad, donde aprenden a defenderse
y hacer respetar su lugar” insisten las voces críticas. En lo personal, no
creo que la función de la escuela deba ser adaptar los niños a la selva, sino
proveerlos de conocimiento para convertirse en adultos productivos y crear un
mundo mejor. Hay otras maneras de aprender a defenderse (cualquiera que haya
tenido hermanos o primos muy cercanos lo sabe), y la primera de ellas es el
ejemplo y consejo de los padres.
b)
Se educan en una burbuja. Al contrario.
Los niños educados en el hogar no permanecen todo el tiempo dentro de su casa,
sino que tienen mucho más contacto con el mundo que los niños escolarizados. La
escuela es una pequeñísima parte de la realidad social. Los niños educados en el hogar acompañan a
los padres a hacer trámites, compras y reuniones, y participan en el negocio
familiar si lo hubiera. Hacen muchos más viajes de campo, visitan más museos y
lugares de interés, hacen deportes con más seriedad. Observan y aprenden que no
es lo mismo tratar con amigos, vecinos, clientes, proveedores y autoridades, y que
los códigos de socialización cambian según los ámbitos.
c)
Demasiada anarquía, los niños tienen que
aprender a cumplir normas e instrucciones que no existen cuando son educados en
el hogar. Esto es incorrecto. Toda familia tiene sus normas. Podrán ser distintas
a las de otros ámbitos, pero los niños tienen que cumplirlas igual. Y
aprenderán a comportarse en una diversidad de situaciones mucho mayor que los
chicos escolarizados: reuniones con niños de varias edades, con adultos en
distintas tareas y ámbitos. Puede ser que en algunos casos la educación en el
hogar tenga una disciplina horaria más relajada, pero ganan en autodisciplina y
motivación. Puede ser que no desarrollen demasiada tolerancia a la frustración
proveniente de lidiar con situaciones arbitrarias (castigos grupales, pruebas
sorpresa o mal corregidas, rotura de trabajos por compañeros, etc.) pero
tendrán una infancia más feliz.
d)
Riesgo de baja calidad académica. Los
padres no son docentes por lo que hay temas que no están calificados para enseñar.
O bien pueden enseñar de modo sesgado, presentando un solo punto de vista, no
cumpliendo con estándares adecuados respecto al alcance y calidad académica.
Esto es verdad. Pero lo mismo ocurre en las escuelas a pesar de los docentes
con título. Los padres pueden mitigar este riesgo con diversos recursos. Ningún
padre podrá enseñar a sus hijos todos los contenidos de un secundario, pero los
padres son dos, y mucho de lo que no sepa uno de ellos, puede cubrirlo el otro.
Y si ninguno lo sabe, puede estudiar el tema antes o junto con su hijo. Y
también pueden solicitar apoyo a tíos y abuelos, vecinos, otros padres que
eduquen a sus hijos en casa, maestras particulares, cursos en línea, etc. Además,
la calidad académica puede evaluarse en forma periódica, a través de exámenes
tomados por diversos servicios educativos. Al final del día, la educación en el
hogar sólo implica trasladar al hogar uno de los dos componentes del servicio
educativo (la instrucción), mientras que el otro (la evaluación) todavía requiere
de intervención estatal para la acreditación de los conocimientos adquiridos.
e)
Riesgo de segregación social. Al no
tener contacto continuo con un grupo de pares de diferente origen racial o
religioso, existe el riesgo de generar en los niños un excesivo individualismo
o extremismo religioso o social, fomentando el desarrollo de sociedades
paralelas que no cumplan con los estándares del resto de la ciudadanía. Esto
puede ser así. Pero ésta es la misma crítica que se hace a las escuelas
privadas de alto nivel, cuyos alumnos provienen de un mismo sector
socioeconómico, viven en barrios cerrados y son trasladados puerta a puerta por
sus padres. El antídoto contra la segregación no está en la escolarización
dentro de un grupo de niños de la misma edad, sino en involucrar a los niños en
labores comunitarias y voluntariado para ayudar a sus semejantes, que pueden
realizar bajo la guía de su escuela (no muchas lo hacen), parroquia, padres
participando en organizaciones de ayuda social, etc.
f)
Tiempo de los padres. La educación de
los niños en el hogar es una tarea de tiempo completo, que no deja tiempo a los
padres para ocuparse de desarrollar su carrera profesional y actividades
personales. Esto es verdad, pero no tiene el mismo impacto en todas las
familias. Algunos padres ven su desarrollo laboral y personal sin vínculo a la
crianza de sus hijos, y para ellos es esencial contar con una buena escuela donde
enviarlos. En otro extremo, están los padres que quieren compartir su tiempo
con sus hijos, guiarlos en su descubrimiento del mundo, y que para ello están
dispuestos a relegar su trabajo o tiempo personal y educar a sus hijos en el
hogar sin enviarlos a la escuela. La visión de estas familias es que: “Si es
lindo ver a los niños descubrir cosas ¿por qué dejar que la maestra se quede
con toda la diversión?”
g)
Costo económico y de oportunidad. Hay
quienes sostienen que educar en el hogar es un lujo. No es así. Educar en casa
no es una cuestión de dinero o tiempo, sino de prioridades de padres e hijos. La
educación en el hogar no requiere gastar grandes sumas de dinero; hay muchos
recursos gratuitos o casi gratuitos, y perfectamente se puede gastar menos que
una cuota de un colegio privado. Más que dinero, lo que se necesita es tiempo y
dedicación de los padres. Por supuesto que durante el tiempo de educación en el
hogar, al menos uno de los padres tendrá su vida casi completamente absorbida por
los hijos y verá reducidas sus oportunidades laborales. Pero aquellas familias
que implementaron esta alternativa parecen estar muy contentas con ello. Además
no se trata de una decisión irreversible, ya que los niños pueden regresar a la
escuela en cualquier momento.
h)
Educar en casa es ilegal y sus hijos no podrán ingresar en la
universidad. Esto es incorrecto. Sobre la legalidad
nos ocuparemos en el punto siguiente, pero podemos adelantar que en Argentina
la educación en el hogar es perfectamente legal. Si bien no existe
reglamentación específica, en los hechos el propio Estado la admite y ha creado
una oferta (si bien aún escasa) para asistir y evaluar a quienes hubieran
elegido esta alternativa, permitiéndoles obtener el diploma que acredite haber
completado estudios primarios, secundarios, e incluso universitarios. En cuanto
al ingreso a las universidades, en Argentina no suelen existir preferencias de
ingreso a las universidades fundadas en haber cursado el secundario en un
determinado colegio ([vii]).
Cuando hay selección de ingreso, ella se realiza por examen y monto de la cuota.
Antes de pasar al punto de la legalidad,
para concluir el análisis de la conveniencia es oportuno notar que las
estadísticas recopiladas en Estados Unidos muestran que los resultados de la
educación en el hogar son mejores que la educación en la escuela. Los niños
educados en el hogar tienen en promedio mejores puntajes en los exámenes
estandarizados (aunque esto es discutido, ya que estos exámenes son
administrados en forma obligatoria a todos los alumnos de las escuelas pero
sólo a los homeschoolers que
voluntariamente se inscriben en ellos); aprenden a tomar decisiones razonadas
con más madurez; tienen claro a qué dedicar su tiempo; cuentan con elevado
grado de motivación por lo que hacen; obtienen mejores resultados académicos en
la Universidad (mejores calificaciones y mayor porcentaje de graduación que los
educados en escuela); y tienen una mayor participación en los asuntos de su
comunidad que aquellos quienes fueron educados en las escuelas.
5. ¿Es
legal?
La Ley 26.206 de Educación Nacional
contempla diversas modalidades de educación fuera del ámbito escolar, tales
como la educación domiciliaria (“…la modalidad
destinada a garantizar el derecho a la educación de los alumnos que, por
razones de salud, se ven imposibilitados de asistir con regularidad a una
institución educativa en los niveles de la educación obligatoria… permitiendo… su reinserción en el sistema
común, cuando ello sea posible”) y la educación
a distancia (modalidad “…donde la
relación docente-alumno se encuentra separada en el tiempo y/o en el espacio,
durante todo o gran parte del proceso educativo…”), pero no se refiere
expresamente la educación en el hogar.
¿Esto significa que la educación en el hogar no tiene respaldo jurídico?
Veamos.
La Constitución Nacional consagra que “Todos los habitantes de la Nación gozan de
los siguientes derechos, conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio, a
saber: … de enseñar y aprender” (artículo 14) y que “Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la
ley, ni privado de lo que ella no prohíbe” (artículo 19). A ello se suma la
Declaración Universal de Derechos Humanos, que reconoce que “Toda persona tendrá derecho a la educación…
La instrucción elemental será obligatoria…
Los padres tendrán el derecho preferente
a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos” (artículo
26). Por su parte, el Código Civil dispone que “Los hijos menores de edad están bajo la autoridad y cuidado de sus
padres. Tienen estos la obligación y el derecho de criar a sus hijos,
alimentarlos y educarlos conforme a su condición y fortuna…” (artículo
265), mientras que la ya citada Ley 26.206 aclara que “El Estado garantiza el ejercicio del derecho constitucional de enseñar
y aprender…” reconociendo que “Los
padres… tienen derecho a… ser reconocidos como agentes naturales y primarios de
la educación…” (artículo 128).
¿Y qué relevancia tienen estas normas en
relación con la educación en el hogar? Un principio esencial de la
interpretación jurídica es que ella debe hacerse considerando la totalidad de
las normas de manera que armonicen con el restante ordenamiento jurídico y con
los principios de la Constitución Nacional. En caso de varias interpretaciones posibles
(en el caso: la educación en el hogar permitida vs. prohibida), debe evitarse
aquella interpretación que ponga en pugna las diversas normas, destruyendo las
unas por las otras, y adoptarse aquella interpretación que las concilie y deje
a todas con valor y efecto.
En este contexto, es importante distinguir
entre la escolarización obligatoria
(un medio) y la educación
obligatoria (un fin). Si bien la Ley 26.206 suele confundir ambos términos, su
texto es claro en cuanto a que la escolarización no es el único medio posible
para lograr la educación obligatoria, ya que expresamente reconoce otras
modalidades para ello, como son la educación domiciliaria y la educación a
distancia. Por tanto, si la escolarización no es el único medio posible, permanece
abierta la pregunta respecto a si la educación en el hogar es otro de los
medios posibles, considerando que ninguna norma recepta expresamente esta
alternativa.
Para responder este punto es necesario recordar
la clasificación de los derechos constitucionales en operativos y
programáticos, según puedan ser ejercidos en forma directa o requieran una
acción del Estado para su ejercicio. El derecho a enseñar y aprender en el hogar es operativo, ya puede ser
ejercido en forma inmediata por padres e hijos sin necesidad de ninguna ley que lo reconozca. Si la Ley Nacional
de Educación no menciona la alternativa de educación en el hogar y brindada por
los padres, ello no significa que esta modalidad esté prohibida, ya que –en
materia de derechos individuales– la regla de clausura que elimina las llamadas
“lagunas legales” es que aquello que no está prohibido, está permitido
(artículo 19 de la Constitución Nacional).
La Ley Nacional de Educación no necesita
ocuparse del derecho a educar en el hogar, por lo cual es irrelevante que nada
diga al respecto. La existencia y finalidad de esta ley se explica porque la
regla de clausura en materia de actividad
estatal es exactamente la inversa: todo lo que no está permitido, está prohibido.
El Estado no tiene competencia (de tratarse de un individuo hablaríamos de derecho) para realizar una determinada
acción si previamente tal acción no fue autorizada por la Constitución, ley o
reglamento. La finalidad de la Ley Nacional de Educación es otorgar al Poder
Ejecutivo (una rama del Estado) la competencia para crear, reglamentar y operar
el sistema de escuelas, por sí o a través de particulares que presten servicios
educativos a terceros en ejercicio de su derecho a ejercer toda industria
lícita. Mientras no exista una ley de este tipo, el Estado no estaría
autorizado a establecer o autorizar escuelas, que son uno de los medios que pueden emplearse para garantizar el derecho
de los niños a recibir su educación. Pero –y a riesgo de ser repetitivo– esta
Ley Nacional de Educación no es necesaria para que los padres ejerzan su
derecho a enseñar y los niños su derecho a aprender en el hogar. Estos son derechos operativos de los particulares, que
no requieren autorización legal.
En definitiva, la interpretación que
sostiene que la educación en el hogar está permitida equilibra armónicamente los
derechos y obligaciones de los diversos actores, por lo que creo que debe
prevalecer. A saber, la educación en el hogar:
·
Permite que niños y
adolescentes ejerzan su derecho a aprender y cumplan con la educación
obligatoria con todas las ventajas indicadas anteriormente;
·
Permite que los padres, que
tienen obligación y derecho de educar a sus hijos, tengan la alternativa de
realizarla ellos mismos en forma directa. La delegación en terceros (enviarlos
a la escuela) es una muy buena alternativa, pero en ciertos casos no es la
mejor;
·
No afecta el cumplimiento por
parte del Estado de su obligación de garantizar que los niños reciban la
educación obligatoria, ya que ello puede hacerlo de diversas maneras. Las
escuelas públicas o privadas son sólo una de tales maneras, a las que también
se suman alternativas que no requieren la asistencia de los niños y
adolescentes al ámbito escolar, como son las modalidades de educación a
distancia y domiciliaria. En el caso de la educación en el hogar, que traslada
la instrucción de los niños al ámbito
familiar, el Estado puede proveer esta garantía mediante un sistema de evaluación –por ejemplo– a través de
exámenes libres tomados por escuelas públicas o privadas.
Por supuesto, la educación en el hogar no
puede convertirse en una excusa para el abandono educativo de los niños por
parte de sus padres. Sin embargo, es importante destacar que situación de
abandono no puede presumirse a partir
de la mera falta de escolarización, ya que ésta no es la única modalidad en que
puede cumplirse con la educación obligatoria. Por el contrario, la eventual
situación de abandono debe ser objeto de investigación y prueba. Es por eso que, para cualquier familia que decida
desescolarizar a sus hijos y educarlos en el hogar, será conveniente documentar que la familia comunicó la
decisión a las autoridades (por ejemplo, mediante intercambio de cartas con la
escuela). También será conveniente documentar las diversas tareas realizadas
por sus hijos (trabajos prácticos, reportes y ensayos, hojas de ejercitación,
fotografías de viajes y proyectos especiales, videos y presentaciones subidos a
internet, etc.) que permitan acreditar la existencia de un proceso educativo, a
lo que se suma –tal vez con especial relevancia– la constancia anual de haber
pedido o rendido exámenes libres correspondientes a su nivel etario. En tanto
los niños rindan y aprueben los exámenes anuales, ninguna duda cabrá que los
padres cumplieron con su obligación de proveer -y el Estado cumplió con su
deber de garantizar- la educación obligatoria a que tienen derecho los hijos.
Llegado el caso que la elección de
desescolarización deba discutirse con las autoridades, vale también recordar
que la Ley 26.061 de Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes reitera
su “derecho a la educación” (artículo
15) a la par que reconoce su “…derecho a
opinar y ser oído… en todos los ámbitos en que se desenvuelvan… entre ellos, el
ámbito... escolar…” (artículo 24) garantizando “…que su opinión sea tomada primordialmente en cuenta al momento de
arribar a una decisión que lo afecte…” (artículo 27), por lo que resulta de
suma relevancia documentar el deseo y decisión de los niños y adolescentes de
ser educados en su hogar. Que el Estado tenga obligación de garantizar la
educación obligatoria no significa que tenga competencia para imponerla bajo un
sistema único y excluyente.
En este punto, resulta interesante referir algunos
precedentes judiciales sobre la materia. Así, el Tribunal Supremo de España
(sentencia 1669, del 30.Oct.2004) sostuvo que “El derecho fundamental a la educación compromete a los poderes públicos
en la tarea de colaborar y ayudar a su efectiva realización, pero no se
interfiere necesariamente en el derecho de los padres a que sus hijos reciban
formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, sin que las vías establecidas por el Estado
sean exclusivas o excluyentes, de manera que no cabe descartar los modelos
educativos basados en la enseñanza en el propio domicilio siempre que se
satisfaga con ella la necesaria formación de los menores.”
Otro caso ocurrió en nuestro país (V.M.C. y
otro s/ medida de protección de persona, Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de Neuquén, sala II, 03.Oct.2008). Este caso se discutió en el marco
del decreto 572/62 del Poder Ejecutivo de la Provincia de Neuquén, que
estableció que “La enseñanza podrá ser
impartida en las escuelas públicas, privadas o en el hogar, de acuerdo a la
elección de los padres. / En este último caso, los responsables probarán el
hecho ante las autoridades escolares respectivas y el Consejo Provincial de
Educación determinará los medios de control de esta enseñanza y fijará el
sistema para su reconocimiento y certificación…” (artículo 26). Atento que
el referido Consejo nunca instrumentó los medios de control, en la práctica muy
pocas familias recurrieron a esta alternativa. Detectado en el año 2008 un caso
donde los padres educaban a sus hijas en casa, la Defensora de los Derechos del
Niño solicito judicialmente medidas para “persuadir” a los padres para que escolaricen
a sus hijas. En este contexto, el Juzgado de Primera Instancia rechaza el
pedido de la Defensora y la Cámara de Apelaciones confirma ese pronunciamiento,
sosteniendo que la normativa provincial contempla la educación en el hogar, que
no se observa que los padres estén
incumpliendo con su deber o que las niñas estén en situación de peligro o
riesgo respecto a su educación, y que decidir “… lo contrario importaría invadir esferas privadas garantizadas
constitucionalmente…”
Vale por último notar que –a pesar de la clara legalidad de la alternativa– sería deseable una reglamentación específica de alcance nacional que reconozca el derecho a la educación en el hogar; no porque ello sea necesario desde el punto de vista jurídico, sino por razones de conveniencia, ya que trasmitirá tranquilidad a familias que tienen dudas al respecto, disminuirá la fricción entre escuela y familia al momento de tomar la decisión de desescolarizar, permitirá la creación de un registro de familias que hubieran optado por la alternativa para su mejor seguimiento y apoyo, permitirá un mejor desarrollo de materiales para esta modalidad, facilitará la obtención de mesas de exámenes libres (que no siempre son establecidas a pesar del pedido de los padres), asegurará la continuidad de la modalidad, facilitará la confección de estudios y estadísticas que permitan idear y sugerir mejoras al sistema, etc.
6. ¿Cómo
lo hacen?
Vimos hasta aquí que la educación en el
hogar es legal y puede ser conveniente para algunas familias. La pregunta que
sigue es ¿cómo podemos saber si esta alternativa es para nosotros?
El primer paso es informarse y conocer las
alternativas disponibles. Al respecto, cabe señalar que oferta actual es
reducida y dispersa. Hoy se puede:
(a)
Educar en el hogar dentro de la
modalidad de educación a distancia.
Para esto puede recurrirse al Sistema de
Educación a Distancia (SEAD,) del
Ministerio de Educación, dirigido a hijos de argentinos que residen
transitoriamente en el exterior, o al Sistema
de Educación a Distancia del Ejército Argentino (SEADEA), que tiene un criterio de
admisión más abierto.
(b)
Educar en el hogar siguiendo
los contenidos del nivel correspondiente a la edad de los niños y acreditar los
conocimientos adquiridos mediante exámenes
libres anuales ([viii]).
El trámite para solicitar exámenes libres varía en cada jurisdicción. La
jurisdicción más amigable a esta práctica parece ser la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires ([ix]).
Es relevante señalar que en algunas jurisdicciones puede ser complejo obtener
la constitución de mesas de examen. En caso de demoras suele ser importante
hacer notar que la eventual negativa a tomar tales exámenes libres implicaría
una violación por parte del Estado al derecho de los niños y adolescentes a “…ser evaluados en su desempeño y logros…”
(artículo 126, inciso e, de la Ley 26.206) así como a “…acceder a la certificación o diploma correspondiente…” (artículo
15, Ley 26.061 de Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes).
(c)
Educar en el hogar con
contenidos diseñados por los padres, acreditando los conocimientos adquiridos
ante diversas instituciones educativas del exterior enroladas en la modalidad
de homeschooling o unschooling. Existe variedad de ofertas en Estados Unidos,
una de ellas es la West River Academy (http://westriveracademy.com/)
Al momento de considerar seriamente la decisión de desescolarizar, es usual que padres e hijos tengan dudas sobre si ésta es la mejor alternativa. Los padres se preguntan si podrán cumplir con la tarea de enseñar y los hijos se preguntan si con esta alternativa podrían perder los amigos que hayan podido hacer en la escuela. Por supuesto que, como en toda actividad, el secreto para el éxito es “preparación, preparación y preparación”. En esta línea, conviene que los niños comiencen tiempo antes alguna actividad extraescolar donde puedan compartir tiempo con niños de su edad (la participación en algún deporte en un club es una muy buena idea), así como preparar una “semana de prueba” donde padres e hijos puedan experimentar la dinámica de la educación en el hogar.
Tomada la decisión, habrá que implementar
la salida de los niños o adolescentes de la institución escolar, y eso
requerirá varias explicaciones. En la mente de las autoridades escolares, el
niño o adolescente que no asiste a la escuela es un desertor, y su función es evitar
que ello ocurra. Por ende, donde uno podría suponer que ello se podría
implementar en una reunión donde los padres informen a las autoridades de la
escuela sobre su decisión y razones, en realidad se encontrará en un largo
proceso que incluirá varias reuniones, cartas, cartas documento, y tal vez
alguna visita de una asistente social al hogar. Dependiendo de las personas que
uno tenga del otro lado, también podrá haber alguna velada amenaza de denuncia
o proceso judicial. Pero uno no debe desesperar, padres e hijos tienen derecho
a la educación en el hogar, y en ocasiones hay que defender ese y otros
derechos. Lo importante es explicar a la escuela por qué se los retira del
sistema y por qué padres e hijos tienen derecho a esta modalidad (no omitir una
nota por duplicado, conservando copia para futuro respaldo) y la evidencia que
los niños están siendo educados (hojas de ejercitación, trabajos prácticos,
solicitudes y resultados de exámenes libres, etc.). Para mayores datos y
algunos ejemplos de la vida real, sugiero consultar el libro sobre Aspectos
Legales de la Educación en el Hogar en Argentina.
Una vez fuera de la escuela, para llevar
adelante la educación en casa los padres no necesitan tener título docente,
pero sí definir claramente quién será responsable de qué tarea (en la educación
a distancia se solicitará la designación de un tutor, rol que habitualmente
toma la madre) y dedicarle tiempo y disciplina a la tarea (antes que dinero o
conocimiento), para lo cual suele ser conveniente –al menos al principio–
intentar cumplir un horario fijo diario, que irá siendo modificado hasta
encontrar aquél que mejor se adecue a la dinámica familiar.
También será importante armar un plan de
trabajo, incluyendo qué temas ver cada día, semana y mes, qué recursos se
utilizarán para ello, qué salidas se harán y cuándo, y demás elementos que
consideremos importantes para poder completar la tarea que nos hayamos
propuesto. Como todo plan, éste será una mera guía que no sobrevivirá al
contacto con la realidad y requerirá cambios y adaptaciones. Entre los recursos
a considerar habrá que contemplar temas que serán enseñados directamente por los
padres, maestra particular para ciertos temas, clases “enlatadas” para otros
(Khan Academy, Educ.ar, Canal Encuentro, colecciones de DVD educativos, acceso
on line, etc.), cursos especiales (p.e. jardinería, mecánica, computación,
idiomas, música, dibujo), obtener un libro específico y trabajar sobre él,
co-desarrollo con otras familias homeschooler (p.e. una familia enseña ciencias
y la otra matemática), reuniones en nuestro hogar u otros hogares con otros
niños homeschooler, visitas a museos a mitad de semana, etc.
No puede dejarse de lado la conveniencia de
recurrir a un grupo de apoyo (p.e. FALEIH) cuya función
es alentar y apoyar a sus miembros; difundir e intercambiar información para el
éxito de la educación en casa; generar oportunidades de interacción social con
otros chicos, tomar lecciones juntos o ir juntos a viajes de campo; patrocinar
reuniones periódicas; sugerir y coordinar salidas didácticas; promover
actividades extracurriculares y eventos tales como feria de ciencias,
competencias matemáticas, festivales de arte, noche de talentos, clases de
danza, arte o música, ceremonias de premiación; crear contactos entre padres
para compartir experiencias y materiales; etc. Como cualquier otra tarea, la
educación en el hogar demanda un gran compromiso que será más fácil cumplir si
se cuenta con el apoyo adecuado.
Por último, debe tenerse presente que la elección de la educación en el hogar no es una decisión irreversible. Los niños o adolescentes que hayan seguido este camino pueden reintegrarse al sistema escolar común cuando lo deseen, por lo que no estaría de más incluir en el plan de trabajo familiar tener una reunión anual para reevaluar la decisión.
7.
Conclusión.
La educación en el hogar es una alternativa
posible a la escolarización, que en algunos casos puede dar mejores
oportunidades para desarrollar el máximo potencial del niño. Para algunas
familias será excelente y podrán hacer un trabajo mejor que las escuelas para
educar a sus hijos. Otras familias continuarán prefiriendo la escolarización. Cada
uno de nosotros sabrá cuál es la alternativa conveniente para su propia familia
en función de los recursos, preferencias y prioridades personales.
[i] - Inteligencias múltiples, Bullying, Rol de los padres ante la escuela, Problemas con docentes.
[ii] - “’Si Galileo regresara a la
Tierra y lo llevasen a un quirófano no sabría dónde está… Pero si lo llevasen a
una universidad, sí que lo sabría, porque vería mesas, pizarras y tizas’. El
ejemplo no podría ser más adecuado para ilustrar la antigüedad de nuestros
sistemas educativos…” (Jorge Mosqueira, La educación a las puertas de un
gran cambio, con cita de Josep Planell, rector de la Universidad Abierta de
Cataluña, La Nación, 27.10.2013)
[iii] - Better
late than early, Raymond & Dorothy Moore, 1975. Ver también www.moorefoundation.com
[iv] - Todos los Estados permiten la educación en el hogar con distintos
grados de supervisión. La Home School
Legal Defense Association (www.hslda.org)
ha clasificado las leyes de los diferentes Estados en cuatro niveles (i)
Estados que no requieren notificación de la elección (p.e. Texas), (ii) Estados
que sólo requieren notificación (p.e. California), (iii) Estados que tienen una
regulación moderada, exigiendo notificación y evaluación de progreso (p.e.
Florida), y (iv) Estados que tienen alta regulación, exigiendo notificación,
evaluación de progreso y otros requisitos tales como currículum aprobado por el
Estado o visitas al hogar por funcionarios públicos (p.e. New York).
[v] - Consultar por un listado de países y normas en www.hdlsa.org o en www.educacionlibre.org.
[vi] - Un estudio de la Smithsonian Institution sobre las condiciones en
que varias personas actualmente reconocidas como genios transcurrieron su
infancia concluyó que ellos tuvieron: “1)
mucho tiempo junto con a sus padres cálidos y otros adultos que se ocuparon de
ellos, 2) muy poco tiempo junto con niños de la misma edad, y 3) una buena
cantidad de tiempo dedicada a la libre exploración de sus intereses bajo guía
paterna.” (Harold McGurdy; The childhood pattern of genius. Horizon
1960, número 2, páginas 33-38).
[vii] - Incluso, en una conversación mantenida en un entorno social, un
funcionario encargado de la selección de ingreso en una prestigiosa universidad
privada, nos comentó que la universidad tenía preferencia por aspirantes que
provengan de colegios secundarios no demasiado exigentes, ya que los alumnos de
las escuelas de primer nivel vienen “quemados” o muy indisciplinados, y tienen
un gran porcentaje de abandono en segundo o tercer año de la carrera elegida.
Este abandono es muy inconveniente para las universidades privadas, ya que no
pueden cubrir la vacante producida en esos años y pierden definitivamente la
posibilidad de cobrar la cuota por esa vacante.
[viii] - Los contenidos señalados por el Ministerio de Educación de la
Nación se denominan “núcleos de aprendizajes prioritarios” (NAP) y pueden
consultarse para el nivel primario en http://portal.educacion.gov.ar/primaria/contenidos-curriculares-comunes-nap/
y para el nivel secundario en http://portal.educacion.gov.ar/secundaria/contenidos-curriculares-comunes-nap/
Si bien cada jurisdicción puede modificar los contenidos para adaptarlos a las
realidades provinciales, la mayoría de los manuales escolares sigue los
lineamientos nacionales y son una excelente base para preparar los exámenes
libres en el hogar.
[ix] - Esta jurisdicción establece mesas de exámenes libres en Noviembre
de cada año. Puede consultarse la Resolución 4776/2006, artículos 53 a 55, y solicitar
la mesa de examen en la Dirección General de Educación Primaria, Esmeralda 55,
piso 6, Te.4339-1810, o en la Dirección General de Educación Media, Esmeralda
55, piso 5, Te.4339-1845. Debe tenerse presente que, junto con la inscripción a
los exámenes, la ciudad entrega el temario a ser objeto de evaluación, por lo
que conviene solicitar la inscripción con el mayor tiempo posible.
Qué excelente análisis Federico, me alegra enormemente que se hagan eco de informar sobre esta modalidad puesto que es esencial que las familias tengan en cuenta que la escuela no es la única opción. De hecho a mí me pasó así, sabía que existía el homeschooling pero por ignorancia pensé que solo era cuestión de la suerte de otros países y no podía darse en Argentina.
ResponderEliminarAgradezco también que nombres el grupo y el libro que sacamos este año viendo que muchas familias estaban un poco en la oscuridad del tema ya que no es fácil encontrar todo expuesto en la web.
Insisto en agradecer el puntilloso análisis y si me permiten, me lo llevo para compartir.
Un abrazo enorme.