La
inteligencia es un potencial para procesar información de modo de identificar y
resolver problemas que son valorados por el grupo social que la evalúa. Nuestra
sociedad considera que un niño o alumno inteligente es aquel que en el menor
tiempo posible puede comprender un texto, resolver cálculos matemáticos, y
recordar hechos y definiciones. Se asume que la inteligencia es una sola y que
es posible medirla con evaluaciones de lápiz y papel.
Si
los padres aceptamos estas reglas, estaremos pendientes de las notas de
nuestros hijos en la escuela y no nos ocuparemos que desarrollen otras
potencialidades o adquieran otros conocimientos que pueden ser mucho más
importantes para ellos.
La
escuela de hoy, organizada como una línea de montaje para transmitir a los
niños las habilidades básicas de lectura y cálculo aritmético y algunos pocos contenidos
adicionales, no parece ofrecer las mejores oportunidades para que nuestros
hijos alcancen el éxito y la felicidad que les deseamos. ¿Qué podemos hacer
para ayudarlos?
Un
primer paso es comprender que no existe una única inteligencia y que algunas de
ellas no pueden medirse con las notas de la escuela. En 1983, Howard Gardner
revolucionó el estudio de la inteligencia al postular que no existe una única
inteligencia, sino que ella se expresa en un conjunto de aptitudes en
diferentes áreas, a saber:
· La inteligencia
lingüística, que se revela en la capacidad de usar las palabras de manera
efectiva, en forma oral o escrita; de buscar, entender y/o presentar
información escrita; de discutir, declamar, debatir, refutar; de aprender otras
lenguas. Un nivel elevado de esta inteligencia puede verse en profesiones tales
como escritores, guionistas, periodistas, locutores, abogados.
·
La inteligencia
lógico-matemática, que se manifiesta en la habilidad para usar los números
de manera efectiva y razonar adecuadamente con conceptos abstractos; manejar
muchas variables y encontrar relaciones entre ellas; plantear problemas de
forma simplificada y resolverlos rápidamente. Demuestran esta inteligencia los
ingenieros, financistas, contadores, analistas de sistemas y matemáticos.
·
La inteligencia
musical, que se demuestra en la destreza para percibir, distinguir,
transformar y expresar la música, incluyendo la sensibilidad al ritmo, tono y
timbre, permitiendo comunicarse, crear y comprender significados a través de
sonidos. Esta inteligencia se percibe en compositores, músicos, bailarines, luthiers,
críticos musicales, aficionados sensibles.
·
La inteligencia
corporal-cinestésica, que se expresa en la pericia para percibir distancias
y ubicaciones, actuales y futuras, y usar el cuerpo o partes del cuerpo para actuar
sobre objetos o resolver problemas mediante movimientos precisos y coordinados,
con destreza, equilibrio, fuerza y velocidad adecuadas a la tarea. Esta
habilidad puede observarse en cirujanos, conductores de vehículos, deportistas,
coreógrafos, bailarines y artesanos.
·
La inteligencia
espacial hace posible que las personas perciban información visual o
espacial, la procesen y creen imágenes en dos o tres dimensiones. Esta
habilidad permite percibir imágenes externas e internas, recrearlas,
transformarlas o modificarlas, recorrer el espacio o hacer que los objetos lo
recorran, y producir o decodificar información gráfica. Es esencial para dibujantes
y escultores, fotógrafos, diseñadores gráficos, arquitectos.
·
La inteligencia
naturalista, que consiste en la capacidad de distinguir, clasificar y
utilizar elementos del entorno, entender las relaciones de causa-efecto,
advertir la repetición de eventos y conductas, y prever comportamientos e
interacciones futuras. Supone la habilidad para observar, experimentar,
reflexionar y cuestionar el entorno; comparar datos, definir rasgos comunes,
extraer significados y formular hipótesis. Puede observarse en investigadores
en ciencias duras, biólogos, astrónomos, meteorólogos, ingenieros agrónomos,
veterinarios, físicos, químicos, geólogos e ingenieros en minas.
·
La inteligencia
emocional (término popularizado por Daniel Goleman en 1995) refiere a la
capacidad de reconocer, distinguir y manejar las emociones, propias y ajenas.
Tiene un componente interno, intra-personal,
que permite entender y orientar la propia conducta, y lograr la autocomprensión,
autodisciplina y autoestima; y un componente externo, inter-personal o social, que permite percibir los estados de ánimo
o emociones de los demás a través de su lenguaje facial y corporal (empatía), y
determinar la mejor conducta para llevar a cabo interacciones eficaces con
ellos (habilidades sociales). Está presente en líderes de todas las áreas,
actores, políticos, terapeutas y buenos vendedores.
¿Cuál
es la inteligencia más importante? Depende de cada uno. Pero ninguna alcanza
por sí sola. Es necesario combinarlas. Y la combinación que puede ser mejor
para una etapa de la vida (por ejemplo, lingüística y matemática requerida para
ser un buen alumno) puede no ser adecuada para otra (p.e. corporal necesaria
para ser un buen cirujano o deportista).
Creo
que lo mejor es enfocarse en fortalecer aquellas áreas para las cuales nuestros
hijos estén mejor dotados, las que estarán determinadas por su interés y
habilidades, en lugar de intentar forzar la adquisición de conocimientos o
habilidades que no son de su interés o para las que no tienen habilidad (ello sin
perjuicio que igualmente tendrán que prestarles una mínima atención a aquellas
áreas de mayor relevancia en esta cultura, como la lingüística y la matemática,
ya que –incluso si logran grandes éxitos en la música o el deporte, por citar
áreas más alejadas– poco podrán
capitalizar de sus triunfos si no saben leer o interpretar un resumen de
banco).
Hay
que tener presente que el interés y habilidad solos no son suficientes. El
desempeño de cualquier persona en un área determinada depende tanto de sus
condiciones innatas como de sus experiencias externas. Ningún deportista llega
a la cima sin entrenar, por buenas que sean sus cualidades naturales. Lo mismo
ocurre en cualquier otra área.
Dado
que hoy se ha complejizado el conocimiento, ninguna persona puede aspirar a tener
un dominio total del mismo, ni siquiera en una única área del conocimiento. Por
tanto, es necesario elegir un área donde adquirir habilidades y
conocimientos que, aunque parciales, sean lo suficiente relevantes como para dar
oportunidades para lograr éxito y felicidad.
Ya
no se puede pensar en un solo currículo de contenidos iguales para todos los
alumnos. Los múltiples caminos posibles necesitan múltiples alternativas. El
sistema educativo debiera estar diseñado de manera tal que fuera sensible a las
diferencias. En lugar de ignorarlas y pretender que todos los individuos tengan
el mismo tipo de mente, debemos intentar
asegurarnos que todo el mundo reciba una educación que maximice su potencial
intelectual.
Por
ello, si queremos brindar mejores oportunidades a nuestros hijos, debemos
personalizar su educación. No basta enviarlos a una buena escuela con enseñanza
uniforme (incluso, tal vez eso sea negativo). Debemos personalizar sus
experiencias, potenciando las positivas y mitigando las negativas.
El
camino para ello es participando en la escuela donde asistan nuestros hijos, intentando
crear conciencia, trabajando en equipo con los docentes y alumnos; o bien
-cuando el excelente desempeño de un niño en un área lo amerite- retirándolo de
la escuela institucionalizada para educarlo en el hogar.
* * *
Fuente principal: Los niños y las inteligencias múltiples, Cositorto, Salinas, González y Origlio, Ed.Nazhira, Buenos Aires, 2008.
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