La
explicación de los sindicatos docentes es simple: los salarios son muy bajos y
ello afecta seriamente la motivación y rendimiento de los docentes. ¿Es así? Un
estudio conducido por Wage Indicator
para evaluar el poder adquisitivo de los docentes de ocho países concluyó que “Argentina es el que peor remunera a sus
docentes en términos de poder adquisitivo”. En comparación con un maestro
argentino, un docente de categoría similar en Brasil tiene un poder adquisitivo
36% superior, en Sudáfrica 55% superior, y en países europeos o Estados Unidos
374% superior (1). En otras palabras, los docentes argentinos tienen
razón en sus reclamos salariales. Pero si obtuvieran los incrementos que
solicitan ¿mejoraría la calidad de la educación? Creo que no. Incrementar los
salarios puede ser necesario, pero no será suficiente. En mi experiencia, un
trabajador no mejora la calidad de su trabajo porque le aumenten el salario.
Entonces,
¿cuál es la causa de la falta de calidad? O lo que es lo mismo ¿dónde enfocarse
para mejorar la calidad? Creo que aquí hay tres cuestiones básicas de
gerenciamiento que están fallando. La calidad es una relación entre el resultado esperado y el resultado obtenido, generado -entre otros
elementos- por los procesos empleados
para su obtención.
1.
El primer problema es la fijación de objetivos:
el resultado esperado, u objetivos
de la educación, no está claro. ¿Qué espera la sociedad de la educación? ¿Qué
los alumnos aprueben exámenes internacionales? ¿Qué las escuelas generen
emprendedores que creen empresas? ¿Qué los alumnos obtengan trabajos bien
remunerados? ¿Qué los niños y adolescentes estén contenidos y entretenidos? ¿Qué
las escuelas provean servicios de alimentación y asistencia a la salud?
La definición de objetivos tiene que ser realista (p.e.
trabajos bien remunerados difícilmente se obtendrán sólo completando el ciclo
secundario) y su número no debe ser excesivo. Cualquier organización con
múltiples objetivos tiene que priorizarlos y distribuir recursos escasos, con
lo que ningún objetivo obtendrá su máximo potencial. Errores en la definición o
exceso en el número de objetivos generará un desperdicio de recursos materiales
y humanos.
En mi criterio, el sistema educativo debe enfocarse en (i) impartir
conocimientos útiles, tanto en contenido (variado pero no enciclopédico) como
en procedimiento (enseñar a buscar, identificar, analizar, y sacar conclusiones
de información siempre cambiante), y (ii) enseñar a seguir reglas dentro de una
organización (cumplir horarios, respetar jerarquías, cumplir con las tareas, distribuir tareas dentro de equipos, etc.) tal
que después permita a los educandos insertarse en el mundo laboral.
Cualquier objetivo adicional no debe ser parte del sistema
educativo porque divide y perjudica esfuerzos. No digo con esto que el Estado
no deba atender a otros objetivos (p.e. contención, asistencia, etc.), pero ello
debe hacerse con otros medios e instituciones (p.e. incrementando el rol de los
clubes deportivos, otorgando subsidios directos para atender las carencias que
deba asistir, etc.)
2.
El segundo problema son los procesos empleados para intentar obtener el resultado esperado. Hoy
la educación está organizada en grupos de alumnos de franjas etarias similares,
con asistencia obligatoria y un programa de contenidos mínimos determinados por
el Estado, con un docente a cargo de cada curso (primaria) o materia (secundaria),
que generalmente imparten clases de forma artesanal (variando de docente a
docente, e incluso en el mismo docente en diferentes cursos), generalmente
enfocada en aquellos alumnos más atrasados (con lo que nivelan el grupo hacia
abajo) y con poco o ningún uso de medios audiovisuales o informáticos. Los
docentes no comparten con alumnos y padres el calendario de clases, ni lo
cumplen (en muchos grados y materias no se completa el programa de contenidos
mínimos). De allí resulta que la calidad de cada curso o materia depende
esencialmente de la calidad humana y profesional de cada docente y sus
circunstancias personales, y no de la institución o programa de estudios, con
la altísima variabilidad en la calidad que ello implica.
No digo que haya que cambiar todos estos elementos al mismo
tiempo, pero –siguiendo una frase atribuida a Einstein– es una locura continuar
haciendo lo mismo y pretender resultados diferentes. Creo que debemos propugnar
por cambios en los procesos, adaptados a lo que corresponda a cada período de
aprendizaje. Tales cambios podrían incluir, entre otros:
·
Un incremento exponencial en el uso de recursos
informáticos y audiovisuales. Por ejemplo: un buen audiovisual sobre un tema
determinado asegura mayor atención de los alumnos, menor tiempo necesario para
impartir el tema, posibilidad de reiterarlo a quien lo necesite o esté ausente,
y libera al docente para brindar explicaciones adicionales a quien lo necesite,
responder preguntas, y organizar trabajos prácticos que aseguren la fijación de
contenidos o expandan la investigación.
Vale notar que esta es la tendencia mundial prevista para la próxima
década (2) y que los docentes que ya lo entendieron están ganando
fortunas con la producción y distribución de contenidos (3).
·
Trasladar parte de la incorporación de
conocimiento fuera del aula. Dar lecturas previas para luego debatir temas en
el aula; informar al inicio del curso sobre el programa de estudios, cronograma
de clases necesario para cumplirlo, el material de estudios y las fechas de
exámenes, de modo que los usuarios puedan planear adecuadamente su trabajo y no
sólo reaccionar a sorpresas de algunos docentes.
·
Diversificar los métodos de evaluación. No sólo
examen escrito o lección oral enfocados en constatar memoria, sino también
monografías, presentaciones, exámenes con preguntas adelantadas (4),
etc.
Incluso, no estaría mal
establecer un sistema de evaluación uniforme de ciertos temas a nivel de
jurisdicción nacional o provincial en una suerte de “examen PISA local” a los
10 y 15 años. La logística para tal examen no debiera ser una gran
complicación, considerando que hasta no hace muchos años se tomaban exámenes
nacionales para la asignación de vacantes en el ingreso al colegio secundario.
·
Evaluar a los docentes. Como todo servicio, el
prestador debe estar atento a los reclamos de los usuarios (alumnos y padres),
y una manera muy efectiva de hacerlo es mediante evaluaciones de los docentes
por los propios usuarios.
Incluso, creo que en
algunos casos sería conveniente separar entre el docente a cargo del dictado de
clases y el docente a cargo de la evaluación de la materia, de modo que el
promedio de las notas de los exámenes también sirva para evaluar a los docentes
(una materia donde reprueban la mayoría de los alumnos puede indicar que el
docente no supo dictar las clases, más que falta de atención o esfuerzo por
parte de los alumnos).
·
Crear alternativas que permitan la educación
fuera del ámbito escolar (homeschooling) para que sean aprovechadas por las
familias que pretendan un rol más activo y personalizado en la educación de sus
hijos.
3.
El tercer problema es la medición del resultado obtenido,
y su comparación con el resultado esperado. Y si bien las evaluaciones existen,
los resultados que serían útiles para los usuarios: cuáles son los mejores
colegios y por qué… ¡son confidenciales!
Tal el caso de los resultados del Operativo Nacional de
Evaluación (5) o la evaluación efectuada por el Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires (6). Cuando intenté obtener el ranking de las
mejores escuelas primeras y secundarias, los funcionarios me negaron la
información sosteniendo que la difusión de tales resultados no estaba permitida
debido al secreto estadístico, a lo que se sumó una velada referencia a que los
sindicatos docentes se oponían a su difusión por temor a las presiones que
pudieran surgir de tales comparaciones.
Sin embargo, el público conocimiento de dicha información es
esencial para la calidad a nivel individual y colectivo. ¿Cómo pueden los usuarios
del sistema educativo elegir el mejor servicio si le niegan información sobre
la calidad de cada colegio? ¿Cómo puede el cuerpo directivo o docente mejorar
la calidad de su establecimiento si no tiene información de su desempeño
respecto a sus pares? Sin información es imposible administrar ya que
–siguiendo una frase atribuida a Peter Drucker- lo que no se mide, no se
obtiene.
En
conclusión, creo que retribuir adecuadamente a los docentes es necesario pero
no suficiente para asegurar la calidad de la educación. En mi criterio, mejorar
la calidad de la educación en el país requiere definir unos pocos objetivos;
modificar los procesos para incorporar nuevos métodos y tecnologías; y medir y
difundir públicamente los resultados obtenidos a nivel de institución y docente
individual.
***
(1) - Juan José
Llach, La Educación en Peligro,
Diario Los Andes, 17/03/2013
(2) - McKinsey Quarterly, May 2013, Ten IT-enabled business trends for the decade ahead.(3) - Inversor Global, Newsletter 06.Ago.2013, Un maestro que gana US$ 4 millones al año, comenta el caso de un maestro de Corea del Sur que ideó un método de dar clases de inglés vía internet a US$ 4 por clase.
(4) - Un profesor en la Universidad nos entregó una lista de 130 preguntas y 15 casos el primer día de clases, diciéndonos que esas eran las preguntas del examen final. Ante nuestra sorpresa explicó que si sabíamos las repuestas a esas preguntas y casos, sabíamos la materia, y que para constatarlo en el examen final sólo nos haría tres preguntas y un caso a cada uno, los que indicaría el mismo día del examen refiriendo al número de cada una. Superada la sorpresa inicial, los resultados fueron sorprendentes.
(5) - http://diniece.me.gov.ar/
(6) - http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/calidadeducativa/
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