Creo que debemos resistir esta tentación y aprovechar la oportunidad para ayudarlos a analizar la situación desde su propio punto de vista. Ello no sólo servirá para evitar que -en un arranque de rebeldía- traten nuestro consejo como una guía para hacer lo contrario, sino que les proveerá la sana costumbre de pensar sus acciones antes de ejecutarlas.
Pero es importante hacerlo de la manera correcta. De poco servirá contestar “¿y cuál es tu opinión?”, ya que usualmente lo tomarán como una negativa a contestar. Mejor resulta aprovechar la oportunidad para enseñarles alguna sencilla herramienta de análisis. Una de las herramientas más efectivas que he probado han sido los seis sombreros para pensar de Edward De Bono.
Esta herramienta segmenta el análisis de una situación en seis enfoques, cada uno de los cuales se concentra en determinados aspectos de relevancia. Para facilitar el análisis, cada enfoque se identifica con un sombrero de color. Años atrás, cuando encontré ese libro, preparé el siguiente gráfico que suelo tener a mano a modo de lista de chequeo de todos los pasos:
Como se ve en el gráfico, el sombrero azul es el “director de orquesta” que organiza el proceso y se asegura que se consideren todos los aspectos. El secreto para realizar un análisis completo está en usar TODOS los sombreros, DE A UNO POR VEZ. En mi experiencia, conviene usar este sombrero al inicio y al final de cada proceso, aunque no viene mal colocárselo cada vez que se sienta que el proceso se va por las ramas.
Los sombreros siguientes, blanco y rojo cumplen roles opuestos, que es necesario separar. El sombrero blanco se ocupa de reunir información: hechos y números, sin abrir ningún juicio sobre ellos. Es la razón sin emoción. Reunir información no es sólo ordenar la existente, sino también identificar aquella faltante, para buscarla o estimarla. Este es el momento de proyectar escenarios (de máxima, media y mínima) y determinar alternativas de acción, así como identificar potenciales incentivos y amenazas.
En cambio, el sombrero rojo es la emoción sin razón. Aquí importa la emoción y la intuición. Qué siento; qué te dice el olfato o la panza. Sea que uno tenga tendencia a actuar por la emoción del momento (“calentón”) o de modo más racional, usar este sombrero sirve para separar la emoción del resto del proceso de análisis. Al darle un lugar, libera de su presión al resto de los lugares. Y también permite apaciguar las emociones cuando interfieren con los demás aspectos, con la sencilla frase de “Eso corresponde al sombrero rojo. Ya le llegará su momento.”.
En cambio, el sombrero rojo es la emoción sin razón. Aquí importa la emoción y la intuición. Qué siento; qué te dice el olfato o la panza. Sea que uno tenga tendencia a actuar por la emoción del momento (“calentón”) o de modo más racional, usar este sombrero sirve para separar la emoción del resto del proceso de análisis. Al darle un lugar, libera de su presión al resto de los lugares. Y también permite apaciguar las emociones cuando interfieren con los demás aspectos, con la sencilla frase de “Eso corresponde al sombrero rojo. Ya le llegará su momento.”.
Con
los hechos relevantes identificados y las emociones claras, habrán aparecido
las alternativas de acción. Los sombreros amarillo y negro ayudan a analizar
las consecuencias de los diversos cursos de acción, separando los aspectos
positivos de los negativos. El orden en que conviene utilizar uno u otro
depende de la preferencia personal. En mi experiencia, con personas optimistas
conviene comenzar por el amarillo, y con pesimistas por el negro.
El sombrero amarillo se enfoca en el mejor
escenario, las razones por las que un curso de acción SI podría funcionar y las
ventajas que podría traer. Si no se hizo al utilizar el sombrero blanco, aquí
corresponde identificar a quién beneficia la situación, lo que muchas veces
ayuda a identificar aliados (si uno está en la lista de beneficiados) o
instigadores (si uno no lo está).
El sombrero negro se enfoca en el peor
escenario, las razones por las que un curso de acción NO podría funcionar, qué
podría salir mal y las consecuencias de ello. Al igual que en el caso anterior,
si todavía no se hizo, aquí corresponde identificar a los perjudicados por la
situación, para pensar qué respuesta tendrá la decisión.
Grandes
ventajas de usar sombreros para analizar cualquier situación incluyen (a) que
asegura enfocar el análisis en varios elementos relevantes (cada uno de los
colores) en lugar de dejarse llevar sólo por la tendencia personal, y (b) que
enfoca la atención en el problema en lugar de la persona; así, si uno realiza
el análisis junto con un eterno pesimista, puede darle un tiempo al sombrero
negro, y después enfocar el análisis en el problema (“tiempo de usar el
sombrero amarillo”) en lugar de la persona (“no seas tan pesimista”), lo que
ayuda a evitar las frecuentes discusiones y peleas generadas por egos
maltratados.
Por
último, al final de cualquier análisis, corresponde ponerse el sombrero verde y ver si hay alguna otra
manera de encarar el problema o decisión; si se puede introducir algún otro
elemento para modificar la situación y hacerla más favorable. El secreto para
usar este sombrero es ponerse de acuerdo antes que nadie utilizará el sombrero
negro mientras se exploren alternativas creativas. Nada limita más la creatividad
que la crítica negativa durante el nacimiento de una idea.
* * *
En el test de los 6 sombreros, me salio negro y verde mismo porcentaje exacto.
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