miércoles, 8 de mayo de 2013

El dinero ¿es bueno o malo?

“…Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes, sino con favores;  cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias y no por el trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos de ti; cuando repares en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en auto-sacrificio, entonces podrás afirmar que tu sociedad está condenada…”

Esta frase, tomada del libro La Rebelión de Atlas, una novela escrita en 1957 por Ayn Rand (seudónimo de Alissa Zinovievna Rosenbaum, nacida en Rusia en 1905 y fallecida en Estados Unidos en 1982) suele verse en diversos correos que circulan por Internet. Mi señora recibió uno de ellos, lo que generó una interesante conversación, ya que ese párrafo se inserta en una discusión más amplia sobre la producción de riqueza y el rol del dinero en la sociedad sobre la que vale la pena reflexionar. A continuación agrego una versión traducida de su original en inglés.

Antes de ello, quiero agregar algunas reflexiones:

1.       Contexto. Esta novela fue escrita en la década de los años ’50, cuando Estados Unidos había surgido como la gran potencia industrial del mundo, y está dirigida al público de ese país. En ese entonces, la fuerza económica estaba en la industria manufacturera y todas las multinacionales eran de ese origen. Cuando en algunos párrafos Rand canta loas a los industriales norteamericanos, ello debe leerse hoy como aplicable a cualquier empresario (productor de bienes o servicios) en cualquier economía libre del mundo. Ellos son los que toman a su cargo el trabajo y riesgos de organizar los factores de producción para crear la riqueza que disfrutamos todos.

2.       Dinero o riqueza. Rand es novelista, no economista. En ciertos momentos confunde el flujo real de producción de riqueza, para lo cual requiere utilizar factores de producción: recursos naturales, capital (insumos, equipos y edificios), trabajo y conocimiento; con el flujo monetario (dinero) que paga por dichos factores y bienes, permite organizar la producción, distribuir la riqueza producida, medir la riqueza y la eficiencia, así como cumplir otras funciones. Intento ilustrar ello en forma simplificada en el gráfico inserto a continuación. Un lector purista en lo económico tendrá que distinguir cuando la palabra “dinero” se utiliza en el sentido estricto o como equivalente a “riqueza”. 

 
3.       Educación de nuestros hijos. ¿Cómo influye esto en la educación de nuestros hijos? La escuela no les provee conocimientos sobre cómo hacer y administrar dinero. Esta es una tarea de los padres. Incluso si deciden estudiar Economía o Administración en la universidad, para ese momento ya habrán tomado hábitos de trabajo, ahorro y consumo que probablemente conserven toda su vida.

Si bien trataremos el tema de la educación económica en otras notas, es buen momento para señalar la importancia de amigar a nuestros hijos con el dinero, permitiéndoles que lo toquen, lo huelan y jueguen con él, de modo que se sientan cómodos con el dinero por el resto de sus vidas. Frases directas como “es sucio” (o indirectas, como “lávate las manos después de tocar dinero”) sólo servirán para que su mente registre el dinero como algo malo con lo que les costará establecer una buena relación, convirtiéndose en un obstáculo en lugar de una ayuda.

* * *

“…Rearden escuchó a Bertram Scudder, fuera del grupo, decirle a una chica que hizo un sonido de indignación: ‘No dejes que te moleste. Ya sabes, el dinero es la raíz de todo mal; y él es el típico producto proveniente del dinero.’

Rearden no pensó que Francisco pudo haberlo oído, pero vio a Francisco dirigirse a ellos con una sonrisa cortés.

“¿Así que tú piensas que el dinero es la raíz de todo mal?” dijo Francisco d'Aconia. “¿Alguna vez te preguntaste cuál es la raíz del dinero? El dinero es una herramienta de cambio, que no puede existir a menos que existan bienes producidos y hombres capaces de producirlos. El dinero es la expresión material del principio que sostiene que los hombres que quieren tener tratos con otros hombres deben hacerlo mediante el intercambio y entregar algo de valor por cada cosa de valor que reciben. El dinero no es la herramienta de los mendigos, que toman tu dinero a cambio de lágrimas, ni de los ladrones, que lo toman por la fuerza. El dinero existe sólo debido a que los hombres producen. ¿Es esto lo que tú consideras malo?

Cuando tú aceptas dinero en pago por tu esfuerzo, lo haces sólo en el convencimiento de que podrás cambiarlo por el producto del esfuerzo de otros. No son los mendigos o los ladrones quienes hacen que el dinero sea valioso. Ni un océano de lágrimas ni todas las armas de fuego en el mundo pueden convertir esos pedazos de papel que están en tu billetera en el pan que necesitas para sobrevivir mañana. Esos pedazos de papel, que deberían haber sido oro, son una prueba de honor; tu derecho sobre la energía de los hombres que producen. Tu billetera es tu declaración de esperanza respecto a que en algún lugar en el mundo a tu alrededor haya hombres que no incumplan con ese principio moral que es la raíz del dinero. ¿Es esto lo que consideras malo?

¿Alguna vez te preguntaste por la raíz de la producción? Mira un generador eléctrico y atrévete a decirte a ti mismo que fue creado por el esfuerzo muscular de bestias irreflexivas. Intenta cultivar una semilla de trigo sin el conocimiento dejado por los hombres que tuvieron que descubrirlo por primera vez. Trata de obtener tu alimento sólo mediante movimientos físicos… y aprenderás que la mente del hombre es la raíz de todos los bienes producidos y de toda la riqueza que jamás haya existido en la tierra.

¿Acaso tú dices que el dinero lo hacen los fuertes a expensas de los débiles? ¿A qué fuerza que te refieres? No es la fuerza de las armas o los músculos. La riqueza es el producto de la capacidad del hombre para pensar. ¿Entonces el dinero es hecho por el hombre que inventa un motor a expensas de aquellos que no lo inventaron? ¿El dinero es hecho por el inteligente a expensas de los tontos? ¿Por el hábil a expensas del incompetente? ¿Por el laborioso a expensas de los perezosos? El dinero se hace –antes de que pueda ser saqueado o regalado– mediante el esfuerzo de cada hombre honesto, cada uno en la medida de sus habilidades. Un hombre honesto es aquel que sabe que no puede consumir más de lo que ha producido.

Intercambios en base al dinero es el código de los hombres de buena voluntad. El dinero se basa en el axioma de que todo hombre es el dueño de su mente y de su esfuerzo. El dinero no permite que nadie más determine el valor de tus esfuerzos, sino la elección voluntaria del hombre que está dispuesto a cambiar su esfuerzo a cambio de dinero. El dinero te permite obtener a cambio de tus productos y tus esfuerzos lo que ellos valen para los hombres que los compran, pero no más. El dinero no permite ningún acuerdo, excepto aquellos en mutuo beneficio de los contratantes. El dinero requiere que reconozcas que los hombres deben trabajar por su propio beneficio, y no para su propio perjuicio o su pérdida; es el reconocimiento de que no son bestias de carga, nacidos para llevar el peso de la miseria; que debes ofrecerles algo de valor y no sufrimientos; que el lazo común entre los hombres es el intercambio de bienes y no de males. El dinero requiere que vendas, no tus debilidades aprovechando la estupidez de los hombres, sino tus talentos respetando su razón; permite que compres, no lo más burdo que te ofrezcan, sino lo mejor que tu dinero pueda encontrar. Y cuando los hombres viven mediante el intercambio; con la razón y no la fuerza como su árbitro final; gana el mejor producto, el mejor servicio, y por tanto el hombre de mejor juicio y de mayor habilidad; y la medida de recompensa de un hombre es su nivel de productividad. Ese es el código de vida cuya herramienta y símbolo es el dinero ¿Es esto lo que tú consideras malo?

Pero el dinero es sólo una herramienta. Te llevará a donde quieras, pero no te reemplazará como conductor. Te dará los medios para la satisfacción de tus deseos, pero no te dará los deseos. El dinero es el azote de los hombres que intentan revertir la ley de la causalidad; los hombres que buscan reemplazar su mente apoderándose de los productos de la mente.

El dinero no comprará la felicidad para el hombre que no tiene idea de lo que quiere; el dinero no le dará un código de valores, si no ha aprendido qué valorar, y no le proveerá con un propósito, si no ha elegido sus objetivos en su vida. El dinero no comprará inteligencia para el tonto, o admiración para el cobarde, ni respeto para el incompetente. El hombre que intenta comprar los cerebros de sus superiores para que le sirvan, reemplazando su juicio con su dinero, termina por convertirse en víctima de sus inferiores. Los hombres de inteligencia lo abandonan, pero los tramposos y estafadores acuden a él, atraídos por una ley que él no ha descubierto: que ningún hombre puede ser inferior a su dinero. ¿Es esta la razón por la cual usted lo llama malo?

Sólo el hombre que no lo necesita, es apto para heredar riquezas; el hombre que haría su propia fortuna sin importar donde empezó. Si un heredero está a la altura de su dinero, éste le sirve; si no, lo destruye. Pero la gente mira y dice que el dinero lo corrompió. ¿Es así? ¿O es él quien corrompió a su dinero? No envidies a un heredero indigno; su riqueza no es tuya y a ti no te habría ido mejor con ella. No piensen que debería haberse distribuido entre ustedes; cargar el mundo con cincuenta parásitos en vez de uno no traerá de regreso a la extinta virtud que creó esa fortuna. El dinero es un poder viviente que muere sin su raíz. El dinero no prestará servicio a una mente que no está a su altura. ¿Es esa la razón por la cual lo consideras malo?

El dinero es tu medio de supervivencia. La sentencia que se pronuncia sobre la fuente de tu sustento es la sentencia que se pronuncia sobre tu vida. Si la fuente es corrupta, has maldecido tu propia existencia. ¿Obtuviste tu dinero mediante fraude? ¿Por complacer los vicios de los hombres o su estupidez? ¿Por engañar a los tontos, con la esperanza de conseguir más de lo que tu capacidad merece? ¿Reduciendo tus estándares? ¿Haciendo trabajos que desprecias para compradores de quienes te burlas? Si es así, entonces tu dinero no te dará un momento de alegría. Todas las cosas que compres se convertirán, no en un homenaje a ti, sino en un reproche; no en un logro, sino en un recuerdo vergonzante. Entonces gritarás que el dinero es malo. ¿Malo, porque no te ayuda a respetarte? ¿Malo, porque no te deja disfrutar de tu depravación? ¿Es esta la raíz de tu odio hacia el dinero?

El dinero siempre será una consecuencia y no ocupará tu lugar como causa. El dinero es el producto de la virtud, pero no te dará virtud y no va a cambiar tus vicios. El dinero no te dará aquello que no te has ganado, ni en materia ni en espíritu. ¿Es esta la raíz de su odio hacia el dinero?

¿O lo que dijiste es que el amor al dinero es la raíz de todo mal? Amar una cosa es conocer y amar su naturaleza. Amar el dinero es conocer y amar el hecho de que el dinero crea lo mejor de ti y es tu clave para intercambiar tu esfuerzo por el esfuerzo de los mejores hombres. La persona que vendería su alma por una moneda es quien más fuerte proclama su odio por el dinero; y es quien tiene buenas razones para odiarlo. Los amantes del dinero están dispuestos a trabajar por él. Ellos saben que son capaces de merecerlo.

Déjame darte una pista sobre el carácter de los hombres: el hombre que maldice el dinero, lo ha obtenido sin honor; el hombre que lo respeta, lo ha ganado.

Aléjate de cualquier hombre que te dice que el dinero es malo. Esa frase es la campana del leproso, que anuncia que un saqueador se aproxima. En tanto los hombres vivan juntos en la tierra y necesiten medios para tratar unos con otros, el único sustituto que tendrán, si abandonan el dinero, es el cañón de una pistola.

Pero el dinero exige de ti las más altas virtudes, tanto si deseas hacerlo como conservarlo. Los hombres que no tienen coraje, orgullo o autoestima, los hombres que no tienen sentido moral de su derecho a su dinero y no están dispuestos a defenderlo como defenderían su vida, los hombres que se disculpan por ser ricos… no permanecerán ricos por mucho tiempo. Ellos son el alimento natural de las hordas de saqueadores que esperan debajo de las piedras durante siglos, pero vienen arrastrándose hacia el primer olor de un hombre que pide ser perdonado por la culpa de poseer riqueza. Ellos se apresurarán a quitarles su culpa… y su vida, como se merecen.

Entonces verás el surgimiento de la doble moral, los hombres que viven por la fuerza, y sin embargo necesitan de aquellos que viven mediante el intercambio para crear el dinero que ellos saquean, los hombres que son los polizones de la virtud. En una sociedad moral, estos son los criminales, y las leyes están escritas para protegerse contra ellos. Pero cuando una sociedad establece criminales-con-derecho y saqueadores-autorizados-por-la-ley; hombres que utilizan la fuerza para apoderarse de las riquezas de víctimas desarmadas; entonces el dinero se convierte en el vengador de sus creadores. Una vez que han promulgado una ley para desarmar a los hombres indefensos, estos saqueadores se creen a salvo para robarles. Pero su botín se convierte en un imán para otros saqueadores, que les robarán a ellos como ellos lo hicieron antes. Luego la carrera continúa, y el dinero va no a los más capaces de producirlo, sino a los más despiadados y brutales. Cuando la fuerza es la regla, el asesino le gana al ladrón. Y después la sociedad se desvanece, en una vorágine de ruina y muerte.

¿Quieres saber si ese día se acerca? Observa al dinero. El dinero es el barómetro de las virtudes de una sociedad. Cuando veas que los intercambios se hacen, no por consentimiento, sino por obligación; cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes, sino con favores;  cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias y no por el trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos de ti; cuando repares en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en auto-sacrificio, entonces podrás afirmar que tu sociedad está condenada. El dinero es un medio tan noble que no compite con las armas ni entra en acuerdos con la brutalidad. El dinero no permite que un país sobreviva a medias con comercio y a medias con rapiña.

Siempre que aparecen destructores entre los hombres, comienzan destruyendo el dinero, porque el dinero es la protección de los hombres y la base de una existencia moral. Los destructores se apoderan del oro y dejan a sus propietarios una pila de papel sin valor. Esto mata todos los estándares objetivos y entrega a los hombres al poder arbitrario de alguien que fija arbitrariamente los valores. El oro era un valor objetivo, un equivalente de la riqueza producida. El papel es una hipoteca sobre riqueza que no existe, respaldada por un arma apuntada a las personas que se espera que la produzcan. El papel es un cheque otorgado por saqueadores legales sobre una cuenta que no es de ellos, sino de las víctimas. Presta atención por el día en que se vea: ‘cuenta sobregirada’.

Una vez que hayas pervertido los medios de supervivencia, no esperes que los hombres sigan siendo buenos. No esperes que se mantengan morales y que pierdan sus vidas para convertirse en alimento de los inmorales. No esperes que produzcan, cuando la producción es castigada y el saqueo recompensado. No preguntes, ‘¿Quién está destruyendo el mundo?’ Lo estás destruyendo tú.

Estás parado en medio de los mayores logros de la civilización más productiva de la historia y te preguntas por qué se está desmoronando a su alrededor, mientras que estás maldiciendo su sangre vital: el dinero. Tú miras al dinero como lo hacían los salvajes antes de ti, y te preguntas por qué la selva está avanzando de regreso a la orilla de las ciudades. A lo largo de la historia de los hombres, el dinero siempre fue robado por los saqueadores de una manera u otra, pero cuyo método sigue siendo el mismo: obtener la riqueza por la fuerza y mantener a sus productores degradados, difamados, privados de honor. Esa frase acerca de la maldad del dinero, que sale de tu boca con tanta imprudencia, proviene de una época en que la riqueza era producida por el trabajo de los esclavos; esclavos que repetían los movimientos descubiertos por la mente de alguien y mantenidos sin mejoras durante siglos. Mientras la producción fue gobernada por la fuerza y la riqueza se obtenía mediante conquista, había poco para conquistar. Pero a través de todos los siglos de estancamiento y hambre, los hombres exaltaron a los saqueadores, como aristócratas de la espada, como aristócratas de nacimiento, como aristócratas del gobierno, y despreciaron a los productores, como esclavos, como comerciantes, como empresarios, como industriales.

Para gloria de la humanidad, hubo por primera y única vez en la historia, un país de dinero; y no tengo tributo mayor o más reverente que hacer a los Estados Unidos, porque esto significa: un país de la razón, la justicia, la libertad, la producción, el logro. Por primera vez, la mente y el dinero de los hombres fueron puestos en libertad, y no hubo fortunas construidas mediante la conquista, sino sólo fortunas construidas mediante el trabajo, y en lugar de espadachines y esclavos, apareció el verdadero fabricante de la riqueza, el mayor trabajador, el más elevado ser humano –el hombre que se hizo a sí mismo– el industrial estadounidense.

Si me pides que nombre la más orgullosa distinción de los estadounidenses, yo elegiría –ya que contiene todos los demás– el hecho que ellos crearon la frase ‘hacer dinero’. Ninguna otra lengua o nación nunca antes habían utilizado estas palabras; los hombres siempre pensaron en la riqueza como una cantidad estática, que hay que capturar mediante fuerza, súplica, herencia, reparto, robo o favor. Los estadounidenses fueron los primeros en entender que la riqueza tiene que ser creada. Las palabras 'hacer dinero’ contienen la esencia de la moralidad humana.

Sin embargo, estas fueron las palabras por las cuales los estadounidenses fueron denunciados por las empobrecidas culturas de saqueadores de otros continentes. Ahora el credo de esos saqueadores te ha llevado a considerar los mayores logros de esta cultura como un signo de vergüenza, la prosperidad como culpa, los grandes hombres –los industriales– como canallas, y sus magníficas fábricas como el producto y propiedad del trabajo muscular, el trabajo de esclavos movidos por el látigo, como las pirámides de Egipto. El saqueador que sostiene que no ve la diferencia entre el poder del dinero y el poder del látigo, debería aprender la diferencia en su propio pellejo; como, creo, que lo hará.

Hasta –y a menos– que descubras que el dinero es la raíz de todo bien, estarás buscando tu propia destrucción. Cuando el dinero deja de ser el instrumento mediante el cual los hombres intercambian unos con otros, los hombres se convierten en los medios de los hombres. Sangre, látigos y armas… o dinero. Haz tu elección; no hay otras alternativas; y te estás quedando sin tiempo…

***
(Gracias Lucho por el texto en inglés. Cualquier error de traducción me pertenece.)

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