1. Existen muchas herramientas que nos pueden ayudar para lograr esta meta. Así, la Programación Neuro-Lingüística (PNL) aporta algunas herramientas muy útiles, que vale la pena conocer.
La PNL parte
de la base que los seres humanos utilizamos el lenguaje (soft) para ordenar
nuestros pensamientos y comunicarnos con los demás, y esta organización afecta
nuestro organismo a nivel neurológico (hard).
La
“programación” son las diversas maneras en que el lenguaje nos permite ordenar las
ideas, a través de las cuales filtramos el mondo externo. Un mismo bosque se
verá muy distinto según que lo miremos con el pensamiento de un leñador, un
botánico, un artista o un desarrollador inmobiliario. Por tanto, si una persona
va por el mundo buscado cosas malas, encontrará cosas malas. Y si otra persona
va por el mundo buscando oportunidades, encontrará oportunidades. La
oportunidad estará allí para todos, pero sólo la verá quien la esté buscando. Por
lo tanto, cambiando su visión, una persona puede cambiar su mundo.
Un cuento
ilustra claramente esta situación:
Dos vendedores de zapatos que
llegan a una isla tropical. Al llegar al lugar, ambos ven que la gente camina
descalza. Uno de ellos, comunica a su casa central “Viaje fracasado. Aquí la gente no usa zapatos. Vuelvo a casa.” El
otro comunica “Oportunidad del siglo.
Aquí nadie tiene zapatos. Manden diez mil pares.”
Ambos
vendedores vieron lo mismo, pero sólo la programación adecuada permitió
encontrar la oportunidad.
2. Cuando una
persona llega a edad adulta y puede reflexionar sobre estos temas, podrá elegir
qué visión tener. Pero en los niños, estas visiones son impuestas por su
entorno mediante los mensajes que le transmite. ¿Quién cree Ud. que tendrá una
mejor programación: aquel niño a quien continuamente lo descalifican diciéndole
tonto, torpe, distraído, irresponsable, etc., o aquél a quien lo califican de
genio, inteligente, sorprendente?
Por supuesto
que los padres cargamos con nuestras propias programaciones, en una sociedad
que se enfoca mucho más en castigar el error que en felicitar el intento. Así,
cuando algo sale mal a algún niño, los adultos tenemos la opción entre decirle “burro”
(descalificarlo y programarlo para el fracaso) o decirle “inténtalo de nuevo,
que vos podés” (alentarlo y programarlo para el éxito).
Y cuanto más
importante sea para el niño la persona que se lo dice, más hondo calará esa
visión. Por ello la relevancia de la programación que imparten los padres.
Por supuesto
que los padres podemos pasar por situaciones de enojo o frustración con
nuestros hijos. A veces, al calor de una situación enojosa, queremos hacer
cualquier cosa menos alentarlos. Sin embargo, son justamente estas situaciones
cargadas emocionalmente las que más enseñan. Por ello es que aquí es cuando
nuestro esfuerzo de voluntad tiene mayor valor.
Hay un
cuento en particular que describe bastante bien esta situación:
Un viejo cacique de una tribu
estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Los niños querían
saber sobre muchas cosas; cómo ser buenas personas, por qué había personas
malas, por qué tenían malas intenciones, etc.
El viejo cacique les dijo: “Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí.
Es entre dos lobos. Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor,
rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras,
orgullo, competencia, superioridad, egolatría. El otro es bondad, alegría, paz,
amor esperanza, serenidad, humildad, dulzura, generosidad, benevolencia,
amistad, empatía, verdad, compasión y fe. Esta misma pelea está ocurriendo
dentro de ustedes también, y dentro de casi todos los seres de la tierra.”
Lo pensaron un minuto y uno de
los niños le preguntó a su abuelo: “¿Y
cuál de los dos lobos ganará?” Y el viejo cacique respondió: “Simplemente… el que decidas alimentar.”
3. Entonces,
¿qué podemos hacer para ayudarlos a programar sus mentes? El primer paso es
programarnos a nosotros mismos, eligiendo los hábitos de pensamiento adecuados.
Nuestro ejemplo les enseñará mucho más que nuestros consejos. Tengamos presente
que necesitamos hábitos, y no unas pocas repeticiones a la espera de resultados
mágicos. Elegir algunos hábitos en particular costará trabajo, requerirá
atención y múltiples intentos, que a veces saldrán bien y otras no tanto. Un
curso para aprender algunas herramientas básicas de PNL no estará de más.
Pero incluso
si no queremos invertir nuestro tiempo en ello, existen algunos criterios
básicos que podemos tener en cuenta e incorporar.
En el frente
interno (dentro de nuestra familia) tenemos que cuidar nuestro lenguaje
–nuestra programación– para inculcarle programas positivos: “vos podés”, “inténtalo
de nuevo”. Esto requiere constancia (tiempo y repeticiones).
En sus
relaciones con compañeros, docentes y otras personas externas al núcleo
familiar debemos enseñarles a reconocer y neutralizar programaciones negativas,
ya sea en forma activa (por ejemplo, que ante una descalificación aprendan a
responder, aunque sea para sí mismos: “mentira,
puedo haber tenido un mal día, pero puedo hacerlo mejor”) o pasiva, tal
como ilustra el cuento de la rana sorda:
Había una
vez un rey de las ranas que tenía una hija muy bonita. El rey no quería que la
princesa se casara y por esa razón inventó una prueba muy peligrosa: una
carrera hasta la cima de la montaña.
Muchos
pretendientes se anotaron, pero estaban muy asustados. El día de la carrera se
presentó la mitad. La gente les decía que no iban a poder, que era muy
peligroso, que no valía la pena arriesgarse.
Cuando
escuchaban eso, muchos corredores abandonaban la carrera. Pero una ranita
seguía y seguía. Toing, toing, toing, saltaba y saltaba.
Los espectadores
apostados al costado del camino le seguían diciendo que era muy peligroso. Pero
la ranita seguía y seguía, hasta que llegó a la cima de la montaña y volvió.
El día que
se casó con la princesa le preguntaron cómo hizo para superar una prueba tan difícil,
y la ranita contestó: “a palabras necias, oídos sordos. Por eso no escucho a
los que me dicen que no puedo.”
En
definitiva, nuestros hijos pueden lograr cualquier meta que se propongan en
tanto se mantengan enfocados. Y ese foco depende de la programación que tengan,
lo que depende de lo que escuchen. Si su entorno les permite escuchar una
mayoría de programaciones positivas, podrán lograr todo lo que se propongan en
la vida.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario