Otras
veces, esas mismas escuelas se quejan que los padres están demasiado presentes, que intervienen
ayudando a sus hijos en las tareas para el hogar, enseñándoles a dirigirse a
los adultos, comunicándose directamente con docentes o directivos con preguntas
o informaciones específicas, e incluso -de tiempo en tiempo- pidiendo alguna
aclaración o cuestionando alguna decisión del docente.
Con
tendencia salomónica, uno supondría que la situación ideal se encuentra en el
punto medio, ni ausencia ni demasiada presencia de los padres. ¿Es así?